Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

martes, 28 de agosto de 2012

El último día en Vietnam

Vamos viendo que la guerra, los conflictos bélicos, son materia propicia para el cómic (lo mismo que para el cine y otras formas de literatura). De hecho, este hilo se inició con motivo de la publicación de Nuevas hazañas bélicas. La última guerra civil española como escenario, también en ¡No pasarán!.

Pero la guerra, los conflictos bélicos, no solamente sirven como escenarios donde representar acciones de tensión y de lucha a muerte. La representación de un entorno bélico puede también servir a propósito para desenmascarar el absurdo, la irracionalidad y el sinsentido de la guerra, de todas las guerras.

Tal parece ser el empeño de Will Eisner en su obra El último día en Vietnam. Una guerra esta, por cierto, la de Vietnam, que cuenta en el imaginario de nuestra generación de un modo prominente como representación del disparate mortal.


Eisner explica en la Introducción a esta obra su larga relación con el ejército de EEUU desde 1942, primero durante la II G. M. como militar y después como civil en Corea y en Vietnam, hasta 1972.

El caso es que la amplia carrera de Eisner como profesional se divide en tres etapas. La primera corresponde a sus años de formación y primeros trabajos como historietista y sobre todo al periodo de The Spirit (1939-1952). La tercera, desde 1978 hasta 2005, año de su muerte, se inicia con la publicación de Contrato con Dios y  culmina con La conspiración. Es el periodo dedicado por Eisner a las novela gráficas, de las que dejó un puñado de títulos magistrales.

Entre una y otra etapa, en el periodo 1952-1977, Will Eisner fundó una empresa dedicada al medio de la ilustración pero alejada de la producción de historietas. Y fue en esos años cuando trabajó como civil para el ejército de EEUU. En concreto, mediante su estrecha colaboración en el diseño y las ilustraciones de la revista castrense PS Magazine, una publicación mensual, tipo comic book, pero dedicada a divulgar entre las tropas el denominado "mantenimiento preventivo".


Y esa colaboración de Eisner en los programas de mantenimiento preventivo fue la que le sirvió para conocer muy de cerca el ámbito militar. Es la fuente, a la vez, que le nutriría de multitud de anécdotas y de peripecias humanas vinculadas a ese ámbito.

El último día en Vietnam consta de seis historietas cortas, la primera de las cuales da título al volumen. Son historietas cortas por su factura, pero en sí mismas encierran seis grandes historias cargadas de humanidad.

Y como decía al principio, estas historias le sirven a Eisner para mostrar el sinsentido de todas las guerras, a partir de una certera caracterización de sus principales actores, el personal militar.

Como siempre, la técnica narrativa de Eisner en esta obra innova de un modo excepcional.


viernes, 24 de agosto de 2012

Chico & Rita

Hay cómics o novelas gráficas que son llevadas luego al cine como películas de animación (dibujos animados, decíamos antes). Es el caso, p. e., de Arrugas.

Hay también películas de animación que son plasmadas posteriormente en cómic o novela gráfica. Es el caso de Chico & Rita.


Chico & Rita fue antes que nada un largometraje de animación a cargo de Javier Mariscal y Fernando Trueba, dos pesos pesados de la cultura audiovisual contemporánea. Obtuvo los siguientes premios:

2010: Premios Goya: Mejor película de animación
2011: Oscar: Nominada a Mejor largometraje de animación
2011: Premio José María Forqué: Mejor largometraje documental o de animación
2011: Festival de Annecy: Premio FNAC al Mejor largometraje
2011: Premios del Cine Europeo: Mejor largometraje de animación
2011: Premios Annie: Nominada a Mejor película
2011: Premios Gaudí: Mejor película de animación y Música original


Del cómic Chico & Rita podemos decir que no se trata de una mera adaptación de la película. Es una obra de arte en sí mismo. Al respecto, comentó Mariscal en el momento de su publicación:

"El tebeo lo hemos hecho a posteriori y lo que hemos tenido que hacer ha sido volver a dibujarlo entero, porque son lenguajes completamente diferentes, con otros encuadres...

Algunas veces tienes que inventarte viñetas para explicar lo que pasa en la película y otras suprimir tres minutos de película o resumirlo en una página. Volverlo a dibujar y colorear por completo. Son dos obras completamente diferentes.

El cómic es mucho más sintético, no podías poner toda la información que tienen los fondos de la película porque tenía que ser más sencillo. Había que buscar el lenguaje del tebeo".

La Habana, New York y Paris se dan cita en un arrebatador bolero contado a ritmo de jazz latino, bebop, Cubop, rumba y otros ritmos sabrosones.

El colorido de la historia es excepcional.



Y el movimiento rítmico tampoco está ausente en este prodigio gráfico.

Eso sí, como dijo también Mariscal, es una pena que el cómic Chico &Rita no lleve música incorporada.


martes, 21 de agosto de 2012

Los profesionales

 ... En otro post comentaba la importancia e influencia de Carlos Giménez en la historia del reciente cómic español. Esta influencia es más que evidente en El invierno del dibujante, de Paco Roca, pues esta historieta remite directamente a Los profesionales, de Giménez.
 
 Yo no sé si Roca resistirá la comparación con Giménez. En todo caso, de Los profesionales hablaré en otra ocasión. [ ... ]

En realidad, en principio no hay por qué comparar a dos autores de generaciones diferentes. Cada uno es hijo de su tiempo y de sus circunstancias...

Lo que ocurre es que es poco menos que inevitable que el Paco Roca de El invierno del dibujante nos lleve al Carlos Giménez de Los profesionales.

Carlos Giménez (n. 1941) es un autor que en sus obras sabe conectar su autobiografía con el retrato de la España que le ha tocado vivir, la del franquismo especialmente. Hay toda una sociología dibujada en sus mejores relatos.

Así ocurre en Los profesionales.

Se trata de una amplia serie de cinco álbumes que transcurren todos ellos en la Barcelona de los años sesenta, cuando en nuestro país se daban los planes de desarrollo, la emigración, la invasión de turistas, el inmovilismo del Régimen, los veinticinco años de paz...


Tal y como haría después Paco Roca en El invierno..., el asunto de Los profesionales no es otro que mostrar el contexto laboral y las vicisitudes de un grupo de dibujantes de historietas en aquellos años. 

Si Roca eligió el equipo de la editorial Bruguera, Giménez se centra en Selecciones Ilustradas, una empresa de la que él mismo formó parte y que tuvo una trascendental importancia en la historia del cómic realizado por entonces en España.


No obstante, lo que caracteriza sobre todo esta obra de Giménez es el humor agridulce. Un humor crudo, tal como era aquella época. Y en manos de unos protagonistas ilusionados y jóvenes.

No puedo dejar de relacionar el talante que inspira la obra Los profesionales con un artículo de Félix de Azúa publicado hace un par de días y titulado "Tiempo de resistencia", del que pongo el enlace y entresaco un párrafo iluminador:

Bien puede darse que una época sea objetiva o razonablemente nefasta. Da lo mismo. En cuanto se convierta en pasado se esfumarán los ácidos corrosivos, la maldad intrínseca de cada instante, y se adonizará. Así oía yo hablar a mis tíos y abuelos sobre la guerra civil. Un tiempo espantoso, años de muerte e insoportable necedad. Sin embargo, ellos recordaban aquellos días en el frente, con el frío gélido, el horizonte estepario y el rancho escaso, como años magníficos de su vida y se diría que estaban dispuestos a regresar. Incluso las mujeres que se habían quedado en la ciudad y luchaban todos los días por la supervivencia, recordaban entre carcajadas el conejo criado en el balcón que luego nadie quería sacrificar a pesar del hambre. El tiempo pasado sólo conserva su maldad para quienes lo cultivan en el presente y lo quieren mantener vivo y maligno. Los mercaderes de la venganza, por ejemplo.


Un hurra, en fin, por Los profesionales.


sábado, 18 de agosto de 2012

¡No pasarán!



La última guerra civil española (1936-1939), nunca jamás, da mucho de si en diferentes órdenes. Su tremenda realidad está cargada de referentes simbólicos que alimentan el imaginario consciente e inconsciente de muchos aún. También en el territorio de las artes.

En el ámbito del cómic, una muestra de lo que digo es No pasarán!, del italiano Vittorio Giardino (n. 1946).


Se trata de una historieta que bebe del género policiaco y de espías ambientada en la España de 1938, en Barcelona y en el Frente del Ebro.

Giardino tardó ocho años en confeccionar esta historia publicando poco a poco tres álbumes, tres partes de la narración con el mismo título común: ¡No pasarán!. Ahora han sido reeditados en un solo volumen a modo de novela gráfica.

El protagonista principal de este libro es uno de los personajes emblemáticos de Vittorio Giardino: Max Fridman:


domingo, 12 de agosto de 2012

A propósito de Louis Riel

Un par de observaciones a propósito de Louis Riel.

Ante todo, cabe decir que se trata de una historieta biográfica muy documentada que trata de un personaje real e influyente en una parte de la historia de Canadá.

La primera observación se refiere al tratamiento o acercamiento del personaje Louis Riel que nos proporciona el autor del cómic, Chester Brown.

No estamos ante una biografía hagiográfica, al modo de las edificantes "Vidas ilustres" a que me refería en un post anterior.

Brown se ha centrado en ciertos aspectos políticos de la vida de Riel, así como en su juicio y ejecución final en la horca, según lo atestiguan la historia y multitud de documentos consultados.

Pero este tratamiento llevado a cabo por Brown está realizado desde una perspectiva narrativa en la que destaca la sucesión de acontecimientos con un cierto aire épico ligado a las estructuras y naturaleza del cómic. La finalidad viene a ser, ante todo, entretener al lector relatando acciones. Y eso requiere, cómo no, simplificar tanto el número de personajes como las características de esos mismos personajes.

Se puede, si se quiere, convertir la biografía de Louis Riel en una historia de buenos y malos. Es una simplificación retórica. Y en todo caso, Brown ha simplificado siguiendo un soporte interpretativo textual. No tiene desperdicio el siguiente párrafo de Chet Brown que copio a continuación extraído del cuerpo de notas que acompañan al libro:

... He creado mi historieta en base a las teorías de McLean y Sprague, no porque esté convencido de que sean ciertas (sinceramente no tengo formada una opinión sobre el asunto), pero esta hace a Macdonald [el Primer Ministro de Canadá, contra el que se enfrentaría Riel] más mezquino. Los villanos hacen las historias divertidas y yo estoy tratando de contar esta historia de una manera atractiva.

Por cierto, aunque piense que Macdonald era capaz de abusar de su poder, no creo que fuese de hecho un villano. No estoy de acuerdo con mucho de lo que hizo y defendió, pero admito que intentó hacer lo que consideraba que era lo mejor para el país. Y, francamente, preferiría vivir en un país gobernado por John A. Macdonald que en otro gobernado por Louis Riel.

Así pues, no estamos ante una biografía hagiográfica, sino ante un cómic que da que pensar.

La segunda observación sobre Louis Riel se refiere al tratamiento (o más bien ausencia de él) por parte de Chester Brown acerca de un aspecto relevante en la biografía de Riel: su discutible locura.


Lo cierto es que Louis Riel estuvo ingresado unas temporadas en un par de manicomios de la época. Y es cierto también que se percibía a sí mismo como un elegido por Dios a manera de un nuevo profeta en la Tierra.

Pues bien, ante este asunto Chester Brown es fiel a sus propias concepciones acerca de la denominada "locura"; unas concepciones que lo acercan al movimiento psiquiátrico en boga en los años sesenta y setenta del pasado siglo conocido como "antipsiquiatría".

De hecho, en 1995 Chet Brown publicó un pequeño y mordiente cómic titulado My Mom was a Schizophrenic que recoge los puntos de vista de antipsiquiatras como Laing y Sazasz, según los cuales la esquizofrenia no es una enfermedad, sino una manera de etiquetar a ciertas personas en base a sus creencias y comportamientos socialmente inaceptables.


Este punto de vista antipsiquiátrico lo mantiene Chester Brown en su tratamiento de la biografía de Louis Riel, aunque es eludido en aras de ofrecer una historieta orientada hacia otros fines.

Escribe el autor en una nota final sobre este respecto:

No creo que los comportamientos que la gente asocia con "enfermedades mentales" estén causados por anormalidades biológicas o disfunciones en el cerebro. Para hacerlo más claro: las "enfermedades mentales" no son enfermedades. Estuve tentado de elaborar largamente por qué los comportamientos y creencias de Riel a finales de 1875 y principios de 1876 no eran síntomas de ninguna enfermedad, pero todo hubiese sido un refrito de lo que escribí en mi historieta "My mom was a schizophrenic"...

Unas líneas después, Brown cita un pasaje del historiador Thomas Flanagan que refuerza su tesis:

Mucho de lo que sorprende al lector contemporáneo como incomprensible y por lo tanto perturbador, cobra sentido en la visión ultramontana del mundo que tenía Riel, la cual incluía a un Dios que controlaba los asuntos humanos, castigaba el mal y recompensaba el bien, hacía milagros en la vida diaria y hablaba directamente a los hombres a través de la revelación y la profecía. Un recurso precipitado a etiquetas médicas se arriesga a quitar sentido a esta fase de la vida de Riel, cuando de hecho es clave para entender su carácter y, de este modo, el patrón global de su carrera.

Así pues, Louis Riel, de Chester Brown, es un muy entretenido cómic basado en serias claves de interpretación de una biografía peculiar y políticamente relevante. De alguna manera, la lectura política en clave de acción prevalece en detrimento de otras lecturas y claves. Y estoy por decir que afortunadamente para el resultado final.


sábado, 11 de agosto de 2012

Louis Riel

En la estela del cómic biográfico destaca Louis Riel, del canadiense Chester Brown


De este autor comentamos más arriba su obra más reciente, Pagando por ello. La biografía de Louis Riel es bastante anterior, de 2003. No obstante, el estilo de Chet Brown es inconfundible.

En realidad, a mí Louis Riel me ha parecido menos una biografía que un libro que cuenta una historia interesante: la lucha del pueblo métis, mestizos de la zona francesa del Canadá del s. XIX, por reservar sus derechos sobre su propia tierra.

Fiel a la historia, aunque simplificando los hechos por razones narrativas, Chester Brown nos sumerge en un trepidante relato que tiene mucho regusto de las epopeyas del western. La acción predomina en una sucesión de viñetas que narran y explican a la vez.

A diferencia de Alan Moore, Brown sí que utiliza bocadillos de pensamiento en sus viñetas. Sin embargo, su técnica es netamente conductista: establece las secuencias narrativas al modo de una sucesión de respuestas dadas a estímulos dados.

Cabe decir que Louis Riel ha sido un best seller en norteamérica y que está en la mayoría de ránkings de novela gráfica.

En cualquier caso, es un libro muy entretenido. Tiene un extenso cuerpo de notas al final donde se aclaran numerosas cuestiones referidas a la historia que se cuenta y al modo en que se lleva a cabo. Igualmente, cuenta con una Bibliografía.


viernes, 10 de agosto de 2012

Vidas ejemplares. Binky Brown

Se oye a veces decir, o se lee, que el historietismo actual siente predilección por la biografía. Yo no veo que ese sea un distintivo específico de los cómics de ahora. Recuerdo que en mi infancia la prolija Editorial Novaro publicaba unas series de tebeos dedicadas a enaltecer con fines didácticos vidas de santos de la Iglesia y vidas de personajes ilustres. Eran las curiosas

"Vidas ejemplares":


Y "Vidas ilustres":


Otra cosa es la autobiografía. O la inserción de aspectos de la vida del autor en su novela gráfica. Es lo que hemos caracterizado en otros posts como autorreferencia y metanarrativa. Y esos sí serían tal vez mecanismos y objetivos narrativos específicos del historietismo actual.

A los entendidos en esto les gusta datar los cambios que se van produciendo en el mundo de la historieta con el fin de reflejar su evolución. Y en este sentido, hay un cómic underground de 1972: Binky Brown conoce a la Virgen María, de Justin Green, que está considerado como el invento de la novela gráfica autobiográfica.


Un invento este, el de la autorreferencia del autor en el cómic, similar en cierto modo al que Woody Allen llevó a cabo en el cine.

lunes, 6 de agosto de 2012

Logicomix

Qué sea en su factura Logicomix es lo de menos. En palabras de sus autores: "Es -y quiere ser- una novela gráfica". Para mí es un cómic singular y sorprendente. Narra un periodo importante de la historia de la filosofía de las matemáticas.


El personaje central de la obra es uno de los filósofos más interesantes y completos del siglo XX: Bertrand Russell.


Pero Logicomix no es una biografía completa de Russell, que vivió casi cien años. El libro contiene, con todo, importantes elementos biográficos del filósofo británico. En especial referidos a las primeras décadas de su vida.

De un modo más que llamativo, Logicomix consigue introducir al lector en un asunto especializado: el llamado "el problema fundacional" de las matemáticas, esto es, el problema de encontrar un fundamento lógico para la aritmética y, a partir de ella, para el entero edificio de la matemática. Se trata de un episodio intelectual que se inicia con la aparición de la nueva lógica de Boole y con los planteamientos logicistas de Frege. Toda una aventura del pensamiento que se vio alterada de raíz cuando Russell descubrió su famosa paradoja concerniente a las clases que se autoincluyen.


No es plan de detallar aquí ahora el meollo del asunto. Lo que les garantizo es que si acometen la lectura de Logicomix no se verán defraudados ni se sentirán impotentes ante su comprensión. Eso sí, verán desfilar por la obra a grandes pensadores, excéntricos en algunos casos, sin los cuales hoy posiblemente no estaríamos comunicándonos con nuestros ordenadores y a través de internet.

Además de su interés por la lógica matemática, y tras dejar en cierto modo en segundo plano ese interés, Bertrand Russell fue un filósofo comprometido con causas variadas: el pacifismo, la educación... aparte de otras materias filosóficas. Así, la explicación de la historia de Logicomix corre a cargo de un Russell dando una conferencia en EEUU al comienzo de la II guerra mundial y acerca de la lógica aplicada a los asuntos humanos.


Conseguir presentar en un cómic una historia tan abstrusa con garantías de éxito depende totalmente del arte de la composición de sus autores. De hecho, el artífice principal del relato, el griego Apostolos Doxiadis, ya consiguió hace unos años entusiasmar a muchísimos lectores con una novela referida a un problema matemático: El tío Petros y la conjetura de Goldbach.

Y es que el progreso de la educación para todos conlleva que fenómenos como el que comentamos no caigan en saco roto. Presentar lúdicamente materias abstractas que son comprendidas por muchos va siendo usual en nuestras sociedades postilustradas.

Pero no todo en Logicomix es historia de la lógica.

Hay también una incursión de la perspectiva de los autores del libro en lo que nos cuentan.

Y lo hacen a través del procedimiento de la autorreferencia; un recurso, ya vimos, poco menos que constante en el historietismo actual.

(Que por cierto, esto de la autorreferencia por parte de los narradores de Logicomix casa muy bien con el núcleo del problema fundacional tal y como fue revelado por la paradoja de Russell.)

En Logicomix aparecen los autores de la obra en Atenas, su ciudad, mientras debaten acerca del libro que están escribiendo. Nos acercan así a su propio mundo en su propio ambiente.


Una de las claves del libro, sobre el cual se centran sus guionistas, es el tema: "Lógica deriva de locura".

El fantasma de la locura como fundamento de la búsqueda de la certeza matemática y lógica.


Y bueno, para terminar, diremos que la incursión de los autores de Logicomix en el contenido de la historia que cuentan, la hacen a través de una representación actual de La Orestiada de Esquilo en la Atenas contemporánea.


domingo, 5 de agosto de 2012

La épica de la verdad. Logicomix

Es obvio que mundo de los cómics está lleno de héroes y de superhéroes. Y no solo en los ámbitos "americano" y asiático. También en el europeo. Y desde la época clásica. Pues qué pretende ser el personaje Tintin sino un héroe, y qué vienen a ser Astérix y Obélix sino superhéroes.

Tanto es así, que bien puede decirse que el cómic se presta como un guante para la literatura heroica y superherioca, por más que haya otras formas de entender una historieta cuando está protagonizada por personajes corrientes y cotidianos. Es como si el cómic fuese un medio idóneo para representar acciones de héroes, lo cual en definitiva confirma la afinidad existente entre el arte de la historieta y otras artes narrativas.

Independientemente de su alcance, calidad, verosimilitud y otros factores, la literatura heroica se inscribe en el género tradicional de la épica.

Ahora bien, la épica como tal no se limita a la lucha del bien contra el mal o a la representación del combate de los justicieros contra la injusticia.

La lucha agónica muestra diferentes frentes. También puede tener altura épica la búsqueda de la verdad o, mejor dicho, la representación de algún momento o variante de esa búsqueda.

En esta última línea se inscribe Logicomix, cuyo subtítulo es precisamente Una búsqueda épica de la verdad.