El estilo de Vittorio Giardino ha sido descrito como una
combinación de línea clara y John le Carré.
El término "línea clara" fue acuñado por el
artista holandés Joost Swarte (n. 1947) para designar el estilo típico de Hergé
(el creador de Tintin); un estilo este, el de la línea clara, en el que propio
Swarte se enmarca.
Es corriente el uso de la expresión "línea clara"
para caracterizar el cómic europeo en general y el francobelga en particular.
Sin embargo, acertadamente en mi opinión, el buen connoisseur y gran
especialista en la materia Álvaro Pons ha encontrado antecedentes de la línea
clara en el tebeo americano. Concretamente, en las tiras diarias de la prensa
de principios del siglo XX elaboradas por George McManus y su Bringing Up
Father.
En el ámbito europeo, la influencia del estadounidense
McManus se encuentra visible en la serie de aventuras Zig et Puce,
creada en 1925 por Alain de Saint-Hogan.
Y dado que el maestro de Georges Remi (Hergé) fue
precisamente Saint-Hogan, tenemos así una conexión importante entre el clásico
tebeo americano y la línea clara europea. Sirva esta disquisición para deshacer
moldes clasificatorios simplistas.
Lo específico de la "línea clara" viene a ser una
nítida representación de las figuras, sin efectos de sombra y con colores planos;
un gusto por la narración clásica y una apuesta por la historieta de género,
especialmente el de aventuras.
Volviendo a donde estábamos al comienzo de este post, es
pues evidente que el detallismo visual y narrativo y las representaciones
depuradas de las obras de Vittorio Giardino justifican que el estilo de este
autor sea encuadrado como un exponente de la línea clara, si bien con
específicas características propias, personales.
El tono infantiloide que se percibe en tantas
representaciones de la línea clara, empezando por el Tintin de Hergé, está
ausente por completo en las aventuras de Max Fridman, de Giardino.
El hecho de que las aventuras de Fridman se inscriban en el
subgénero de espías -espionaje político- y además estén perfectamente
documentadas y referidas a unos hechos históricos, ya sirve para detectar que
estamos ante un tipo de cómic tan maduro como puedan serlo las novelas de
Graham Greene y de John le Carré (en concreto el primer Le Carré, el de Karla y
el agente Smiley). Los espías de estos autores no tienen nada que ver con el
estilo James Bond. Son hombres y mujeres con rostro humano, sin aparatitos ni
zapatófonos ni coches fantásticos.
Otra cosa es la presencia de mujeres hermosas en las
aventuras de Fridman. Esto no es más que una consecuencia del dominio del
dibujo que tiene Giardino y de su gracia para representar el cuerpo
femenino.
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