Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

lunes, 29 de octubre de 2012

Café Budapest

Antes de Dublinés, que ha supuesto el Premio Nacional de este año para Alfonso Zapico, este joven autor (n. 1981) publicó Café Budapest (2008).


De alguna manera, la juventud de Zapico se refleja tanto en el planteamiento como en la resolución de Café Budapest. Pero esto no significa que estemos ante una obra ingenua o asaz inmadura.
 
Hace falta cierta valentía para escribir una historia que transcurre mayormente en el Jerusalem de 1947. El Holocausto era reciente y por decisión mayoritaria de Naciones Unidas se produjo el "reparto" de los territorios palestinos, con el bienintencionado propósito de otorgar a Israel un Estado propio. Por aquel entonces, aquellos territorios estaban controlados por las fuerzas del Reino Unido. En Jerusalén convivían católicos, ortodoxos, judíos y musulmanes en relativa paz y armonía. La creación del nuevo Estado de Israel dentro del mismo territorio se reveló de inmediato como una suerte de caramelo envenenado. Las fricciones entre unos y otros fueron a más hasta el punto de que en 1948 el ejército "inglés" abandonó aquella zona, librando a su suerte a los habitantes de Palestina enfrentados según las distintas confesiones respectivas. Un auténtico polvorín que perdura hasta nuestros días.


Con este enmarañado trasfondo, Alfonso Zapico escribe y dibuja una historia de relaciones familiares, amigables y sinceras. Describe así un momento fugaz que plantea una convivencia posible entre distintos humanos, una convivencia basada en la simpatía compartida antes que en otras instancias religiosas o políticas. Es algo así como el buen vivir espontáneo a la sombra de un café acogedor. Y animado por la música de un violín tocado por un joven protagonista.


Café Budapest es la segunda obra importante de un sorprendente autor asturiano que seguramente dará que hablar en el mundo del cómic, el tebeo, la historieta.



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