Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

sábado, 28 de diciembre de 2013

Los surcos del azar

Mejor cómic del año, según los lectores de El País: 'Los surcos del azar', de Paco Roca


Álvaro Pons cierra su artículo así:

"Los surcos del azar (…) no lo duden: está llamado a ser uno de los mejores tebeos españoles de la historia."

No podemos saber todavía si  se trata de una hipérbole de Alvaro Pons, A mí me parece que es un gran tebeo. Pero ha habido, hay y habrá tantos...

Ahora bien, de lo que sí estoy convencido, remedando a Pons, es de que Paco Roca está llamado a ser uno de los grandes realizadores de cómic españoles de la historia.


30.12.2013

Para qué llamar caminos
a los surcos del azar"         (Antonio Machado)

En otra ocasión aludí al sentido del tiempo y de la temporalidad que muestra Paco Roca en diferentes obras suyas; el tiempo individual y el tiempo colectivo. Los surcos del azar, su libro más reciente, se inscribe en este último al incidir en la recuperación del tiempo histórico o de la memoria colectiva del pueblo español. Es grande el empeño.

El título procede de unos versos de A. Machado que juegan también como lema de la obra. Machado, precisamente, quien aparece dibujado en Los surcos del azar en sus últimos días, cuando el poeta demacrado y derrotado -como la República- pasó la frontera con Francia y no pudo llegar más allá de Collioure, donde sus huesos reposan.


Lo que cuenta Paco Roca en Los surcos del azar no es una mera historieta, sino un pasaje de la Historia. Un pasaje, por cierto, que además de ser emocionante, es muy necesario rescatar del olvido. Y Roca, con su dominio del noveno arte, contribuye a ello.

Y es que resulta que la contribución española a la segunda guerra mundial no se limitó a la ayuda de Franco a Hitler mediante la División Azul. Resulta que bastantes soldados republicanos se exiliaron tras perder la guerra de España y tras muchas tribulaciones continuaron su lucha contra el fascismo, integrándose en la segunda división blindada del general Leclerc a través de La Nueve, una compañía de infantería dirigida por el capitán Raymond Dronne.

Y lo más relevante es que fue esta compañía formada mayoritariamente por españoles la que entró en París el día en que la ciudad fue liberada de los nazis. Nada menos.



30.12.2013

La técnica narrativa que emplea Paco Roca en Los surcos del azar coincide con la que usó Art Spiegelman en Maus.


En ambos casos, el relato se va construyendo mediante una conversación entre el autor del cómic y el protagonista principal de la historia, de modo que a la postre el artífice de la obra es también un protagonista de la misma. Con lo cual, relato y metarrelato confluyen en una unidad narrativa.

Este mismo procedimiento es el que usó Javier Cercas en su novela Soldados de Salamina, en la cual se narra también, como en Los surcos del azar, la experiencia de un combatiente español del ejército republicano que acabó encontrándose entre los que liberaron París.


Por otra parte, es interesante la combinación de ficción (en cuanto representación) y de no ficción (en cuanto historia fiel) que se da en este tipo de obras. En EE UU crearon la palabra "faction" para referir este tipo de producto que aúna hechos verídicos ("fact") y ficción ("fiction"). Traducir ese neologismo al español como "facción" me parece que puede ser confundente.

viernes, 27 de diciembre de 2013

MetaMaus

Tal y como su título indica, MetaMaus es un libro que gira en torno a Maus.


Se trata de una larga serie de conversaciones grabadas de Art Spiegelman,  el creador de Maus, con Hillary Chute, profesora de la Universidad de Chicago.

Las conversaciones se articulan siguiendo tres interrogantes que estructuran el libro: ¿Por qué el Holocausto?, ¿Por qué ratones?, ¿Por qué un cómic?

La obra se complementa con abundante material gráfico e incluye un DVD titulado "Maus: Archivos Completos" con información exhaustiva al respecto.


La pregunta inmediata que surge ante MetaMaus es: ¿Tanto da de sí Maus? O, lo que viene a ser lo mismo: ¿Por qué tiene o se le da tanta importancia a esa novela gráfica publicada inicialmente como serie a partir de 1978 y culminada en 1991?

La respuesta a estas preguntas se encuentra no solo en el cómic Maus en sí, sino también en las circunstancias que lo rodean en cuanto a su edición y publicación. Y también la respuesta se encuentra en la historia de cómo el arte y el medio del cómic llegaron a convertirse en mayores de edad gracias a la mediación, entre otras, de esta obra de Spiegelman.

Es decir, hay factores intrínsecos y factores extrínsecos que convierten Maus en uno de los tebeos más famosos, importantes e influyentes de la historia del medio. Entre los intrínsecos, cabe citar el valor de la narración que se cuenta, pero también las características de su realización: la sabia combinación de relato y metarrelato, por ejemplo. O que, según la voluntad de su autor, y aunque en principio serializado, Maus, con sus casi trescientas páginas, fue de los primeros cómics en requerir punto de lectura. Entre los factores extrínsecos se pueden destacar dos: el hecho de que el número de ejemplares de Maus vendidos supera las seis cifras (impresionante será, pues, el número de los lectores) y que además de los más prestigiosos premios del mundo del cómic, en 1992 recibió el premio Pulitzer de novela, con lo cual se reconocieron las potencialidades literarias y artísticas que encierran los cómics y fue lo que supuso la definitiva mayoría de edad de la lengua dibujada.

MetaMaus da cuenta de estos diversos factores mediante el procedimiento de la entrevista, el mismo procedimiento narrativo, por cierto, que se emplea en Maus. Y una vez más, Art Spiegelman aprovecha uno de sus libros para mostrarse poco menos que desnudo al lector.




sábado, 21 de diciembre de 2013

Art Spiegelman. Breakdowns

La tinta de Spiegelman 


“Spiegel” significa espejo en alemán y “man” hombre en inglés, así que al genial dibujante que revolucionó el mundo de la ilustración y es el padre de la novela gráfica con su monumental 'Maus' ganadora de un Pulitzer, le gusta decir que su apellido es un co-mix de dos idiomas que forman una frase: El arte refleja al hombre. Sin lugar a dudas éste ha sido su caso, (…)

En realidad, para obtener la frase: "El arte refleja al hombre" no basta con el apellido "Spiegelman". Hay que añadir el nombre "Art": "Art Spiegelman".

(el) Arte (es el) Espejo (del) Hombre.



22.12.2013

"Art Spiegelman", entonces: "El arte refleja al hombre".

Se dirá que no existe el hombre universal (l'uomo universale), que lo que existen son los hombres particulares. De acuerdo. Pero también se dirá que un particular es humano si incorpora y transmite cualidades del predicado universal "Ser humano".

Hay arte si hay artificio y hallazgo; ambas cosas ha de haber, entreveradas. Cuando lo que cuenta un artista es material autobiográfico, habrá arte si además de contener hallazgo y artificio, esa biografía particular del autor conecta con rasgos humanos -universales- que son compartidos por quien los percibe.

Breakdowns (1978), de Art Spiegelman, es una colección de tiras o historietas en parte autobiográficas previamente publicadas en revistas underground durante los setenta pasados. En ellas, Spiegelman experimenta con las posibilidades del medio, del cómic, explotando un doble significado del término "breakdown": como desglose del espacio y como ruptura psíquica.

El libro contiene dos de los más celebrados relatos, todavía breves, del Spiegelman de la época: "Prisionero en el planeta Infierno", cuatro páginas de expresionismo puro  y "Maus", primera versión en tres páginas de lo que sería después la exitosa novela gráfica en dos partes que suman casi trescientas páginas.

Otras historietas completan esta selección del Spiegelman underground.


Nuevas ediciones de Breakdowns entre 2005 y 2008 incorporaron el "Retrato del artista como un joven %@…!", que es un autorrelato en viñetas de los años de formación de Spiegelman como autor de cómics. También se añadió un "Epílogo", en el que igualmente Spiegelman clarifica lo que supusieron aquellos años en su formación.


24.12.2013

En "Retrato del artista como un joven %@…!", Art Spiegelman escribe en una viñeta:

No suelo confundir el arte con la terapia (crear arte es más barato), pero estaba convencido de que "Planeta Infierno" me había ayudado a superar el suicidio de Anja...

El asunto es que la madre de Spiegelman se suicidó en 1968 y él creó una historieta en cuatro páginas: "Prisionero en el Planeta Infierno", que posteriormente incluiría en la primera parte de Maus.


Es decir, el valor del arte como conjuro y sí, como terapia que veíamos en el Spiegelman de Sin la sombra de las Torres es una constante en la carrera de este autor.

Otra historieta recogida en Breakdowns: "Ace Hole, detective enano" es, además de una revisitación del género noir, una curiosa experimentación à la Picasso, pintor del que Spiegelman versionea en esta historieta algunas de sus imágenes y algunas de sus frases, como la siguiente:

"Los aristas somos indestructibles...

...incluso estando en una cárcel o en un campo de concentración, sería todopoderoso en mi mundo artístico...

...aunque tuviera que pintar mis cuadros con la lengua en el suelo de mi celda..."


Es el arte vivido como fortaleza y refugio.

Finalmente, el siguiente texto de Spiegelman, vertido en otras tantas viñetas de "Retrato del artista como un joven %@…!", expone cabalmente esta concepción del arte -el noveno arte, en el caso de este autor- como medio de salvación personal. Sobra cualquier comentario:

Forjados en un crisol de humillación y traumas, los dibujantes se hacen, no nacen...

El joven inadaptado debe evadirse en la fantasía y/o desarrollar un enrarecido sentido del humor para sobrevivir.

Para un niño en la Norteamérica de los cincuenta, el béisbol no era opcional...

...y ser un inepto garantizaba un puesto en la jerarquía social todavía más bajo que el de una chica.

El aburrimiento minaba el temor a que me llegara una bola.
Así que solía tener un tebeo a mano.

Cualquier cómic servía, menos los de 3-D,
Pues estoy prácticamente ciego del ojo izquierdo.

La ambliopía, el "ojo vago", volvía mi mundo bidimensional.

Así que confundir los cómics en dos dimensiones con la realidad es algo natural para mí.

Empecé a esconderme en la biblioteca después de clase para evitar mayor ignominia...

Y descubrí que seguramente a Kafka también se le daba mal el béisbol.


Spiegelman sin complejos. El arte digerido y metabolizado. El arte en las venas.


jueves, 19 de diciembre de 2013

Sin la sombra de las Torres. Art Spiegelman

Acerca de la representación del horror.

"Yo quería hacer cómics -al fin y al cabo, el desastre es mi musa-..." (Art Spiegelman)


Sin la sombra de las Torres es el título en español de In the Shadow of No Towers (2004), de Art Spiegelman. No era fácil, desde luego, traducir ese título original, cuya transcripción literal sería algo así como "A la sombra de las no-Torres", impropia en nuestro idioma. En cualquier caso, con traducción del título o sin ella, se entiende perfectamente el significado de este artefacto artístico de Spiegelman.


Es el propio autor quien en la última plancha original de esta obra nos da la clave tanto de su trabajo como de nuestra lectura del mismo:

"Poco después del 11-S 2001, mientras esperábamos a que cayera algún otro zapato terrorista, muchos encontraron consuelo en la poesía. Otros lo buscaron en las antiguas tiras de prensa." (Sin la Sombra de las Torres, 10)

Las "antiguas tiras de prensa" a las que se refiere Spiegelman son los cómics o tiras cómicas que a principios del siglo XX en EE UU aparecían en los diarios propiedad de Joseph Pulitzer y William Randolph Hearst -dos grandes competidores que configuraron el periodismo moderno- y que ocupan un lugar preferente en la historia del tebeo. La importancia de estas tiras de prensa no procede solamente de su condición de origen. Igual que sucede en el cine mudo inicial, en gran parte la codificación de ambos medios, el cinematográfico y el tebeístico, se dio ya en sus principios mediante ciertas producciones de calidad.


Desde un aspecto formal, esta conexión original (de los orígenes) entre el cómic y la prensa la tuvo en cuenta Art Spiegelman cuando proyectó Sin la sombra de las Torres a manera de una serie de diez tiras o en realidad páginas de gran tamaño sobre el 11 de septiembre y lo que este hecho desde su perspectiva supuso. Dichas tiras o planchas fueron publicadas sucesivamente en principio en el diario alemán Die Zeit entre 2002 y 2003.


El artefacto cultural y artístico que es a la postre Sin la sombra de las Torres está formado, entonces, por las diez planchas originales de Spiegelman más un añadido titulado "El Suplemento del Cómic" que, prologado por el propio Spiegelman, consta de otras siete planchas que son esta vez fieles reproducciones de otras tantas tiras producidas por grandes padres fundadores de la historia de los cómics.


19.12.2013


Decir que Art Spiegelman está intoxicado por la tinta de todos los cómics que ha bebido en su vida es un modo de aludir a la materia de sus años de formación y de aprendizaje. Y es también una clave de interpretación de sus producciones: los tebeos alimentan los tebeos de Spiegelman.

Igualmente, decir que Art Spiegelman es la materia de los cómics de Art Spiegelman no está fuera de lugar. Sin ser para nada un autor prolífico, el grueso de su obra remite más directa que indirectamente a sí mismo. Incluso Maus, más allá de la temática del holocausto y de la supervivencia a él implícita, puede ser leído en clave de sí o confesional, esto es, como una clarificación de las relaciones de Spiegelman con su padre.

 
Estas dos circunstancias características de la obra de Spiegelman, la metanarrativa y/o metaicónica, por un lado, y la egotista o confesional, por el otro lado, son igualmente elementos constitutivos de su ¿metatebeo? Sin la sombra de las Torres.
  
Es el caso que Spiegelman vive en Manhattan Sur y fue un espectador privilegiado del derrumbe de las Torres gemelas. Fue partícipe del horor, un horror que lo marcó y que lo impulsó a confeccionar esa suerte de conjuro, de sublimación y de catarsis que es Sin la sombra de las Torres. Un tanto a la manera de Woody Allen -con quien comparte más de un rasgo análogo-, Spiegelman da cuenta en esta obra de sus neurosis, proyectándolas en un lienzo en que confluyen una historia individual, la suya, y la Historia Universal concretada en el hundimiento de las torres.

La catarsis es siempre individual, por mucho que Aristóteles la teorizase mediante representaciones colectivas (la tragedia). Pero si bien -a diferencia de lo que ocurre en el teatro- la representación en el cómic es siempre individual, eso no significa que el efecto catártico está más al alcance en un medio (el cómic) que en otro (el teatro). Del arte logrado dependen sus logros. No sabemos si Art Spiegelman consiguió el propósito de liberar sus fantasmas realizando su artefacto acerca de aquellos atentados que sacudieron el mundo. Sí sabemos, en cambio, que la objetivación del dolor lograda en Maus y que facilita acaso la superación del dolor, no se da en Sin la sombra de las Torres, donde no queda muy clara la frontera que separa el dolor de la ansiedad y de la rabia.

Para referir esa ansiedad, Spiegelman utiliza una metáfora: ¡Esperando que caiga el otro zapato! ("Dropping the other shoe": Tirar el otro zapato. Frase hecha americana que se usa para explicar la espera de un hecho previsible y teóricamente ineludible.); una metáfora que el autor ilustra en su primera plancha con una historieta del siglo XIX y con una moderna viñeta circular del XXI.


Pero no todo es neurosis, paranoia y ansiedad en Sin la sombra de las Torres. O al menos, estos malestares no se proyectan únicamente en la propia personalidad de Spiegelman. Hay también un alcance político del sentimiento del autor. Un alcance que le lleva a hablar irónicamente de "la Nueva Normalidad" instaurada tras la tragedia; o del "golpe de estado" que supusieron las elecciones presidenciales de 2000 en su país; o de las "armas de desplazamiento masivo"; o del nuevo "Partido del Avestruz"; o de cuando el gobierno adoptó el "modo Gran Hermano distópico" y llevó a EE UU a una guerra colonialista en Iraq...


Y es que se trata de Art Spiegelman, miembro activo de aquella contracultura y aquel underground que existieron. Y claro, el que tuvo retuvo.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Un médico novato

La memoria, las memorias.


Pablo Uriel (1914-1990) fue un médico que después de la última guerra civil se instaló en A Coruña, donde desarrolló su carrera y formó una familia. Miembro de la Real Academia de Medicina de Galicia, en 1972 fue elegido presidente del primer Ateneo Cultural de A Coruña, claro antecesor del actual Ateneo Republicano de la misma ciudad.

Nacido en Gómara, Soria, Uriel estudio medicina en Zaragoza -su lugar de residencia en aquel momento- y recién licenciado, en julio de 1936, le encomendaron una sustitución de 28 días del médico titular de Rincón de Soto, un pueblo de La Rioja. Llevaba allí un par de semanas ejerciendo, cuando a Pablo Uriel le sorprendió la revuelta (el llamado "glorioso alzamiento") y el inicio de la guerra en una zona afín al bando de los sublevados, ya que el pueblo fue ocupado el 19 de julio por los requetés.

A los pocos días de iniciada la contienda fue movilizado y posteriormente recluido en la prisión militar de Zaragoza sin saber cuál era su delito. En la misma situación se encontraban sus compañeros de celda y hasta Antonio, un hermano de Pablo, que fue fusilado en uno de los "paseos" habituales entonces. Finalmente fue excarcelado y con los años, Uriel reflejó esta experiencia en su libro de memorias No se fusila en domingo, de cuya publicación póstuma (2005) se ocupó Elena, hija de Pablo Uriel y esposa del valenciano Sento (Vicent Llobell Bisbal), conocido ilustrador y dibujante de cómics.


Un médico novato, entonces, es una obra de Sento que narra en tebeo buena parte de la experiencia descrita por su suegro Pablo Uriel en el libro de memorias No se fusila en domingo. Y es este cómic de Sento el que ha sido galardonado en la VI edición del "Premio Internacional Fnac/Sins entido de Novela Gráfica".



07.12.2013


El mero título Un médico novato ya revela un estilo, un 'hacer' por parte de Sento fuertemente influido por el historietismo tradicional, aquel que conocimos en los tebeos de nuestra infancia. Me refiero a que siendo tremendo lo que nos cuenta Sento en esta obra, su relato tiene un tratamiento formal que podría parecer acaso ingenuo o inocente, aunque más bien lo que mejor revela es un talante inasequible al desaliento, por no decir optimista. Es así este cómic una buena muestra de ese aire progresista, ciertamente moderno, que caracteriza el trabajo de Sento. Lo cual ratifica la inclusión de este autor en aquella "Nueva Escuela Valenciana" que en los años ochenta pasados despuntó con su personal adscripción a la línea clara.


Lo tratado en Un médico novato, ya digo, es tremendo, por más que presentado con frescura. Se nos muestra el horror de unos golpistas que, como ya habíamos leído en Las bicicletas son para el verano, de F. F. Gómez, truncaron al calor del estío del 36 un sinnúmero de vidas y de esperanzas mediante el procedimiento de aplicar sistemáticamente el terror en la población. Simplemente una denuncia, ser militante de Izquierda Republicana o simpatizante de la F. U. E., no digamos ya miembro de la U. G. T., era suficiente para satisfacer aquella voluntad de exterminio del otro declarada por los fascistas. Al general Mola se le atribuye esta orden: someter a las zonas dominadas mediante la aplicación sistemática de terror. Y es esa voluntad la que se recoge en este diálogo de Un médico novato entre un profesor de la facultad de medicina de Zaragoza y el protagonista, recién incorporado a filas:

--Le parecerá increíble, pero pienso que estamos asistiendo, en esta ciudad, a un experimento de psicología colectiva.

--¿Qué quiere decir?

--"El terror actuando sobre una comunidad."

Parece que el terror, siempre que se ejerza con frialdad, con la suficiente intensidad y con la máxima brutalidad, produce, en la colectividad castigada, una abyecta conformidad...

...un sentimiento de gratitud degradante por parte de aquellos miembros de la comunidad que hayan conseguido escapar al castigo.

El terror es como una gangrena que nos degrada a todos...

...a los verdugos, los hace sádicos...

...a las víctimas, las hace pasivas...

...a los espectadores, nos hace cómplices.

¿Sabe, Uriel? El terror es el arma de moda en estos tiempos."

Un médico novato supone el tratamiento en cómic de una memoria individual, la del doctor Uriel, que se incorpora a una memoria colectiva, la de los españoles que intentan comprender qué pasó en aquellos años de barbarie. Aunque la sobriedad de este relato no es óbice para que Sento nos muestre su personal buen hacer tebeístico y hasta su dominio del arte secuencial.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Alternativos. Beto y Valenzuela

En esta entrevista a Gilbert Hernandez (de Abril de 2007) que encuentro en el Blog de Espiral, 


tras ser descrito Beto por el entrevistador como "uno de los nombres más exitosos de los cómics alternativos" y en referencia a su forma de trabajar, él responde (subrayado mío):

"Sí. Así es la clase de cómics que hago, y que hace mi hermano; en verdad nadie más los hace. Es un tipo de cómics alternativos que principalmente sólo hacemos mi hermano y yo. Todos los demás recurren al Panteón porque tiene una trágica biografía que contar. Yo no tengo problemas con eso, sino que simplemente intento hacer sólo historias con imaginación –sólo historias pasadas de moda, ¿no?"


Si, según vamos viendo y diciendo, el componente auto-biográfico es un elemento constitutivo de muy buena parte de la novela gráfica actual, con todos sus gozos y sus sombras, Gilbert Hernandez (junto con su hermano Jaime) parece desligarse de dicha tendencia egocentrista. Lo suyo es más la pura imaginación, la creación de personajes y tramas que configuren historias más acá o más allá de la cotidianidad, antes que la exposición directa de la experiencia vivida. Esta postura recuerda un poco a la que mantiene entre nosotros Santiago Valenzuela, quien lejos de contarnos su vida, nos muestra un universo imaginario -el Micromundo- en que discurren las aventuras del Capitán Torrezno.

Vista así la cosa, podría parecer que tanto Hernandez como Valenzuela estarían en el mundo del cómic más cerca del mainstream o corriente principal (la ficción superheroica y el tebeo de género especialmente), que de las narrativas alternativas posteriores al underground. Sin embargo, tampoco es así. Ya que tanto en un caso como en otro, estamos hablando de autores que crean ficciones ciertamente alternativas.

¿Alternativas a qué?

Pues al mainstream, precisamente. Siendo aquí, en la noción de mainstream donde se halla el quid de la cuestión.

Las aventuras de Torrezno pueden ser leídas como uno de los reversos, sumamente castizo, de la literatura de superhéroes. En ellas Valenzuela explora los límites de la imaginación heroica, elaborando un cóctel propio que pasa tanto por Moebius como por Ibáñez y otras hierbas. No cabe duda de que el suyo es un empeño imaginativo de altos vuelos, alejado de la mera exposición de su vida.

El caso de Gilbert Hernandez es menos obvio en lo que estamos tratando, ya que sus ficciones son de índole costumbrista. Ciertamente, la obra de Beto es un ejercicio de imaginación que se aleja de las automanifestaciones que abundan en la literatura gráfica actual. Sin embargo, no es menos cierto que dicha obra configura no solamente una gran novela, sino que es una enorme novela familiar.

Y es por ahí, por el lado de la representación de las relaciones intrafamiliares de Luba y los suyos, por donde se cuela, o se puede colar, el elemento autobiográfico de Gilbert Hernandez a lo largo y a lo ancho de su obra. No es ya que toda representación sea indiscernible de la conciencia de todo autor; es que en el caso de Beto, sus historias rezuman una autenticidad inherente a su propia persona. Y sea o no así, esta literatura es pasto abonado para los aficionados al psicoanálisis o, lo que viene a ser lo mismo, se presta a múltiples lecturas psicoanalíticas.

Queda claro, entonces, que lo que convierte en alternativa a una modalidad de cómic respecto a la corriente principal no es la presencia o ausencia directa o indirecta del yo del autor en su obra. La cosa no va por ahí. Lo que marca la diferencia habría que encontrarlo en otros respectos, los cuales no dejan de ser más o menos los mismos que convierten ciertas narraciones y dramas en auténticos textos literarios o en literatura sin más.

Y todo ello, independientemente de que estemos ante historietas de género, de superhéroes o de "novela gráfica". Ya que, bien mirado, la única alternativa que hay ante lo que predomina, la corriente principal que como tal es cambiante, es la creación artística, la cual debe pasar siempre por la originalidad entendida, eso sí, como autenticidad.  

Por otra parte, es corriente  caracterizar lo alternativo (no solo en cómic, también en cine, literatura, música, etc.) refiriéndose a los canales de edición, de distribución, de difusión... alejados de las majors que imponen sus criterios y acaparan el mercado. En realidad, eso caracterizaría más bien lo independiente. Pueden darse juntamente los dos, ser alternativo y ser independiente, aunque se puede ser independiente sin ser alternativo y, por supuesto, ser alternativo sin ser independiente.


martes, 19 de noviembre de 2013

Río Veneno

Río Veneno (Poison River), de Beto Hernandez, expone la historia de Luba desde su nacimiento hasta su decisión a los dieciocho años -una decisión inducida- de instalarse en Palomar con su prima Ofelia y su hija Maricela.


Más novela gráfica que Palomar en su ejecución, aunque yo creo que no en su resultado (o más bien cuyo resultado es menor), Río Veneno es en cierto modo una representación de varios de los rostros en ocasiones alegres de la sordidez, frente a la apacible existencia -aunque no exenta de sobresaltos- sugerida en Palomar. Hay en Río Veneno abandono, narcos, sexualidad paralela, tráfico de bebés, terrorismo contra la izquierda, ultraviolencia... Hay también un repertorio de pasiones. Y deseo. Y desdicha. Hay el México de Buñuel, la sacudida de Bajo el Volcán, el realismo visceral de Bolaño.

Y hay una música de fondo que suena, con ritmo de congas, dedicada a "gente con aventura en el alma y el alma en los pies". Como en un bolero salvaje.


La habilidad como guionista de Gilbert Hernandez manifiesta de nuevo su riqueza en Río Veneno, cuyos arcos narrativos implican una complejidad de tramas hábilmente resueltas, como es usual en este autor.

Una complejidad de tramas que son correlativas a un buen número de personajes, entre los que destacan Luba y Ofelia junto a Peter Río, María, Eduardo y Gorgo. Si otro de los puntos fuertes de Beto Hernandez es la caracterización de sus personajes, en Río Veneno es también evidente esa capacidad suya de dar vida a sus dibujos.



jueves, 14 de noviembre de 2013

Palomar

Probablemente, la gran creación de Beto Hernandez es Palomar.

  

Las dos circunstancias referidas al trabajo de los hermanos Hernandez que señalé en un post anterior confluyen en esta obra.

En primer lugar, Palomar puede ser considerada una novela gráfica, y de hecho lo es, teniendo en cuenta que es también una recopilación ordenada de historietas publicadas previamente en formato de revista versión comic book (Love and Rockets) . Es lo mismo que sucede en la tradición europea, por ejemplo, con Persépolis, de Marjane Satrapi. En este caso no se trata de revistas o comic books, sino de álbumes. Las fechas de inicio de ambas obras, la de Gilbert Hernandez y la de Satrapi, explican su publicación seriada previa a su difusión en formato de libro.

Es de hecho un tópico o lugar común en el mundo del cómic actual el debate acerca de qué es lo que convierte una recopilación (TPB) en novela gráfica o, lo que viene a ser lo mismo, el debate acerca de la licitud o no de aplicarle a una recopilación el rótulo "novela gráfica".

Dejando de lado la respuesta que resuelve la cuestión indicando que lo de 'novela gráfica' es una moda fomentada por el mercado, es interesante el planteamiento que compara las recopilaciones bajo un nombre común de historietas seriadas más o menos autoconclusivas, como Palomar y Persépolis, con las series de televisión compuestas por capítulos y temporadas también más o menos autoconclusivas, como A dos metros bajo tierra, p. e.

Y es también convincente entender la palabra "novela" de un modo abierto y como la más moderna de las formas de escritura, en la que caben diferentes estructuras formales y narrativas al servicio de una unidad de planteamiento y resolución.

Así, Palomar  es un universo narrativo con personajes, situaciones, escenarios, arcos y tramas que configuran un todo novelesco.



16.11.2013


En segundo lugar, la condición latina hispanoamericana de Beto Hernandez alcanza en Palomar una manifestación de universalidad verista que a menudo se equipara con la que alcanzó Gabriel  García Márquez en Cien años de soledad. Y es cierto que al abrir cada página de Palomar, resuenan a la vista y al oído los acordes del realismo mágico. Y a veces hasta telúrico.

Palomar es un pueblito que recuerda el Macondo de García Márquez e incluso el Comala de Juan Rulfo, alegorías de Latinoamérica. Está situado "en algún lugar al sur de la frontera con Estados Unidos". Carece de teléfono y de gasolinera. Entre sus habitantes también hay fantasmas. Y allí saben cocinar una "sopa de gran pena" que alivia los corazones rotos.

Son muchos los personajes que pueblan Palomar. Más de cien solo en "Sopa de gran pena" (yo no los he contado, pero hay quien sí). Destacan sobre todo mujeres, personajes femeninos, heroínas. La shérif Chelo, Pipo, Carmen, Tonantzín, Ofelia, la finalmente alcaldesa Luba. Y están también las hijas de Luba: Maricela, Guadalupe, Doralis, Casimira, Socorro y Concepción. Y el hijo Joselito. Hay también, cómo no, personajes masculinos. Heraclio, Israel, Vicente, Gato, Jesús, Khamo, Satch, Martín "el loco" y otros varios.

Uno de los problemas a los que se enfrentan los realizadores de literatura episódica o seriada es el de la continuidad. Es difícil mantener la atención del lector cuando hay intervalos temporales de semanas o de meses entre una y otra historieta. Y es difícil, también, sostener de ese modo argumentos congruentes siendo tantos los personajes en juego. Sin embargo, sorprende el arte de Gilbert Hernandez para concitar en una historia personajes familiares y diversos con detalles que remiten a su vez a otras historias anteriores que identifica el lector. La continuidad estriba en eso. Y es un arte, como digo, que domina Beto Hernandez.

Y es también lo que permite tildar Palomar de acertada novela coral. Y tremenda.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Hernandez Bros

Los Bros Hernandez (Gilbert o Beto, n. 1957 y Jaime, n. 1959) irrumpieron en el mundo del cómic a comienzos de los años ochenta del siglo pasado, en el periodo de transición que media entre el puro cómix underground y el asentamiento de la novela gráfica. Este dato explica el hecho de que la primera publicación de ambos fuese un fanzine conjunto autoeditado, en el que intervino también su otro hermano Mario (los Hernandez eran -o son- seis hermanos a los que su madre inculcó desde niños la pasión por los tebeos). En 1981, dicho fanzine se convirtió en el primer número de la revista Love and Rockets, la cual continuó hasta 1996 abarcando un total de 50 números.


Percibir las características del formato revista, concretamente el formato comic book es, entonces, fundamental para apreciar cabalmente el trabajo de los hermanos Hernandez. Lo suyo es un ejemplo paradigmático de ficción seriada.

Otro dato fundamental a tener en cuenta al acceder a la obra de los Hernandez Brothers es su origen geográfico y su filiación. Oriundos de Oxnard, una localidad de la California estadounidense, son parte de una familia de inmigrantes mexicanos. Y así, tanto en la expresión gráfica como en la expresión literaria de ambos autores, esta realidad existencial hispanoamericana es consustancial a sus historietas dibujadas y narradas.


Pero el carácter hispano de los hermanos Hernandez no es una mera condición particular que da color local a sus obras, sino que ambos trascienden esta condición hasta imprimir dichas obras con tintes de universalidad.

Esa es, sin lugar a dudas, su grandeza. Y ese es, al cabo, su arte.

martes, 12 de noviembre de 2013

Luba

El universo de la ficción está lleno de heroínas, que es, al igual que los héroes, como antes se llamaba a los personajes principales de las narraciones y de las obras dramáticas.

Las heroínas son mujeres de fuste que, en la mayoría de los casos, fueron concebidas y creadas por hombres.

Aunque hay en esto, como en todo, grandes excepciones: La princesa de Clèves (publicada de forma anónima en 1687 y atribuida a Madame De La Fayette), Mrs. Dalloway (de Virginia Wolff) y Scarlett O'Hara (de Margaret Mitchell) son algunos ejemplos de mujeres concebidas por mujeres.

También el territorio cómic tiene sus heroínas.

Una de ellas es Luba, enorme criatura de Gilbert "Beto" Hernandez.


Aunque Luba en realidad es una heroína que ejerce como centro o referente de otras muchas heroínas.

Y es que tanto Gilbert Hernandez como su hermano Jaime -los Hernandez Brothers o Bros Hernandez- realizan cada uno, desde su mirada personal y postunderground, una representación ficcional genuina y certera de mujeres que son muy creíbles. (Metaficción postunderground de la transvanguardia: cultura de prefijos, vacío de lenguaje.)

Estoy por decir que si un valor que se le reconoce a Pedro Almodóvar es su acierto al representar la mirada femenina en sus filmes postmodernos, ese aspecto de su cine es aguachirle en comparación con la vívida representación de mujeres realizada por los hermanos Hernandez en sus cómics.

20.11.2013


Luba es el personaje central de buena parte de la narrativa de Gilbert Hernandez. Es hija del indio Eduardo y de María, por lo que a veces alguien se refiere a ella como "la india Luba". Tiene dos hermanastras por parte de madre, seis hijas y un hijo, más otro -el primogénito- que presumiblemente se lo robaron en la clínica para venderlo nada más nacer. Son hijos e hijas de diferentes padres. Tiene también una prima, Ofelia, con la que pasa buena parte de su vida y es la que cuida a sus hijas pequeñas. Y una sobrina, Venus. Y un marido y amante duradero, Khamo... Cada uno de estos personajes establece relaciones con otros personajes, los cuales a su vez también se relacionan con otros y así. Con lo cual, tenemos un universo narrativo sumamente poblado.

La centralidad de Luba, entonces, no consiste en que ella sea el foco permanente de la narración. Consiste, más bien, en que opera a modo de polo magnético, a modo de referencia a la que remite la mayoría de los personajes de ese universo ficticio. Y Luba es una referencia a la que remite también la imaginación del lector.

Se trata en todo caso de personajes que están vivos, es decir, nacen, crecen, envejecen, etc.


Tras las historias de Palomar y de Río Veneno, Beto Hernández siguió publicando diferentes cómics de historietas referidas al universo de Luba. Luego fueron sucesivamente recopiladas en tres tomos titulados cada uno:

Luba en Norteamérica,


El libro de Ofelia


y Tres hijas,


La sucesión encadenada de tramas y personajes continúa en esta serie, si bien centrada ahora en avatares de la familia de Luba.

La transición entre esta etapa estadounidense de la heroína y su anterior estadía en Palomar la establece Gilbert Hernandez en las últimas historias del segundo tomo de Palomar. La diferencia entre ambas series es muy notable y a favor de la primera, la que transcurre en aquel pueblecito "más allá de la frontera del sur de los Estados". Con todo, el arte tebeístico de Beto se impone igualmente al lector.

De entre las muchas historias de la serie de Luba en Norteamérica, destaca tal vez la de Doralis, que es la que cierra el ciclo. Es tan conmovedora como la historia de Tonantzin, correspondiente al primer ciclo, el de Palomar.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Kiraz, Labanda

De la revista Hola, poco frecuentada por mí, recuerdo aquello de Las chicas de Kiraz,


con ese estilo inconfundible tan imitado hoy por Jordi Labanda:



viernes, 8 de noviembre de 2013

Ardalén

Me enteré ayer de la noticia. La novela gráfica Ardalén, de Miguelantxo Prado, ha obtenido el Premio Nacional del Cómic. Lo que no he leído aún es la obra, La tengo entre manos, en las manos en este momento, pero debe esperar. Estoy enfrascado en otra fascinante historia.

Lo que sí he hecho es hojear el libro, en preciosa encuadernación con su cinta punto de lectura y todo. En efecto, Miguelanxo Prado tiene una "maestría técnica en el uso del color", lo que ya se nos reveló al leer Trazo de tiza y al visionar De Profundis. Prado viene a ser así un pintor de cuadros que es autor de cómics o un autor de cómics que pinta cuadros. Tanto monta, monta tanto.

Para hacer boca, copio lo que aparece al comienzo de Ardalén:

"ábrego.
(Del lat. afrïcus).
1. Viento templado y húmedo del suroeste, que trae las lluvias.

ardalén s. m. (del gallego ar de / do alén, aire de / del más allá). Viento ábrego que sopla desde el mar hacia la tierra, procedente del suroeste, en las costas atlánticas europeas. Se trata de un viento húmedo que llega a portar muchos kilómetros tierra adentro olores a sal y a yodo. Según las creencias populares, el ardalén se origina en las costas americanas, atraviesa el Océano Atlántico y llega al suroeste de Europa."

La cosa promete.

01.12.2013



La memoria es buena parte de nuestro patrimonio mental o psíquico. Los recuerdos nos constituyen. Son un alimento inmaterial.

En tanto que contenido mental, los recuerdos no siempre son calcos o representaciones de experiencias directamente vividas. Ya que en la formación de la memoria interviene en mayor o menor grado la imaginación, hasta el punto de poder una y otra llegar a confundirse o mezclarse, como en los falsos recuerdos que son, sin embargo, vividos como verdaderos. En su aspecto vivencial, por otra parte, la memoria se encuentra atravesada por emociones y sentimientos asociados a sus contenidos. Rememorar es una forma de revivir.

La neurociencia actual localiza en el hipocampo la función cerebral vinculada a la elaboración de recuerdos; pero no deja de ser este, el de la memoria, un territorio ignoto sujeto a múltiples hipótesis  e investigaciones. Por ejemplo, ¿es posible aceptar, como hipótesis de trabajo, que un sujeto pueda incorporar en su memoria recuerdos procedentes de la experiencia de otro sujeto?

Estos son los materiales intelectuales que inspiran el argumento de Ardalén, de Miguelanxo Prado, último Premio Nacional del Cómic de España.


Es también Ardalén un hermoso ejemplo de lengua o literatura dibujada, pintada más bien.



02.12.2013

El ardalén es un viento imaginario, inventado. Aunque bueno, lo que inventa realmente Miguelanxo Prado es la palabra 'ardalén', con etimología gallega. Existen en España los vientos ábregos, procedentes del sur y del suroeste. Pero el ardalén, con ese nombre, es una creación de Prado. No obstante, hacia el final del libro nos enteramos de que ciertamente puede haber influencias en Galicia de vientos procedentes del Atlántico caribeño, como el caso datado del huracán "Dolly", de 1953.

Y esa es la clave de la historia. El ardalén lleva hasta una aldea de la Galicia profunda, hacia el interior de Rías Baixas, olores y sabores de mar, pero también ensoñaciones y recuerdos que son recogidos por la mente desordenada del lugareño Fidel.


Ardalén es también la historia de una búsqueda, la que emprende Sabela tras las huellas de su abuelo materno que embarcó para Cuba en los años treinta del novecientos.


Hay así en Ardalén reminiscencias, muchas reminiscencias que entroncan con esa quinta provincia gallega en el hemisferio sur.

Y hay amores. Y hay tormentas de alta mar. Y naufragios.


Y hay nombres de lugares que Cuando los digo se me llenan los ojos de colores como de fiesta, y me dan ganas de reír.


Y hay también algún mal rollo.



03.12.2013

Lo mejor de Ardalén son varias cosas. En particular, la singular belleza que el autor extrae de esa especie de armonía entre contrarios que parece inspirar la obra entera y que es a la postre la que fundamenta esa otra belleza -esta netamente formal- que evidencia el libro.

Tampoco está de más referir el realismo poético, más que mágico, puesto al servicio de una alegoría del naufragio que bien pudiera ser el sentido final de Ardalén.

Y queda, finalmente, esa franca alegría iluminada con olor y sabor a salitre y acompasada con sonidos y con ritmos de ultramar.