Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

viernes, 8 de noviembre de 2013

Ardalén

Me enteré ayer de la noticia. La novela gráfica Ardalén, de Miguelantxo Prado, ha obtenido el Premio Nacional del Cómic. Lo que no he leído aún es la obra, La tengo entre manos, en las manos en este momento, pero debe esperar. Estoy enfrascado en otra fascinante historia.

Lo que sí he hecho es hojear el libro, en preciosa encuadernación con su cinta punto de lectura y todo. En efecto, Miguelanxo Prado tiene una "maestría técnica en el uso del color", lo que ya se nos reveló al leer Trazo de tiza y al visionar De Profundis. Prado viene a ser así un pintor de cuadros que es autor de cómics o un autor de cómics que pinta cuadros. Tanto monta, monta tanto.

Para hacer boca, copio lo que aparece al comienzo de Ardalén:

"ábrego.
(Del lat. afrïcus).
1. Viento templado y húmedo del suroeste, que trae las lluvias.

ardalén s. m. (del gallego ar de / do alén, aire de / del más allá). Viento ábrego que sopla desde el mar hacia la tierra, procedente del suroeste, en las costas atlánticas europeas. Se trata de un viento húmedo que llega a portar muchos kilómetros tierra adentro olores a sal y a yodo. Según las creencias populares, el ardalén se origina en las costas americanas, atraviesa el Océano Atlántico y llega al suroeste de Europa."

La cosa promete.

01.12.2013



La memoria es buena parte de nuestro patrimonio mental o psíquico. Los recuerdos nos constituyen. Son un alimento inmaterial.

En tanto que contenido mental, los recuerdos no siempre son calcos o representaciones de experiencias directamente vividas. Ya que en la formación de la memoria interviene en mayor o menor grado la imaginación, hasta el punto de poder una y otra llegar a confundirse o mezclarse, como en los falsos recuerdos que son, sin embargo, vividos como verdaderos. En su aspecto vivencial, por otra parte, la memoria se encuentra atravesada por emociones y sentimientos asociados a sus contenidos. Rememorar es una forma de revivir.

La neurociencia actual localiza en el hipocampo la función cerebral vinculada a la elaboración de recuerdos; pero no deja de ser este, el de la memoria, un territorio ignoto sujeto a múltiples hipótesis  e investigaciones. Por ejemplo, ¿es posible aceptar, como hipótesis de trabajo, que un sujeto pueda incorporar en su memoria recuerdos procedentes de la experiencia de otro sujeto?

Estos son los materiales intelectuales que inspiran el argumento de Ardalén, de Miguelanxo Prado, último Premio Nacional del Cómic de España.


Es también Ardalén un hermoso ejemplo de lengua o literatura dibujada, pintada más bien.



02.12.2013

El ardalén es un viento imaginario, inventado. Aunque bueno, lo que inventa realmente Miguelanxo Prado es la palabra 'ardalén', con etimología gallega. Existen en España los vientos ábregos, procedentes del sur y del suroeste. Pero el ardalén, con ese nombre, es una creación de Prado. No obstante, hacia el final del libro nos enteramos de que ciertamente puede haber influencias en Galicia de vientos procedentes del Atlántico caribeño, como el caso datado del huracán "Dolly", de 1953.

Y esa es la clave de la historia. El ardalén lleva hasta una aldea de la Galicia profunda, hacia el interior de Rías Baixas, olores y sabores de mar, pero también ensoñaciones y recuerdos que son recogidos por la mente desordenada del lugareño Fidel.


Ardalén es también la historia de una búsqueda, la que emprende Sabela tras las huellas de su abuelo materno que embarcó para Cuba en los años treinta del novecientos.


Hay así en Ardalén reminiscencias, muchas reminiscencias que entroncan con esa quinta provincia gallega en el hemisferio sur.

Y hay amores. Y hay tormentas de alta mar. Y naufragios.


Y hay nombres de lugares que Cuando los digo se me llenan los ojos de colores como de fiesta, y me dan ganas de reír.


Y hay también algún mal rollo.



03.12.2013

Lo mejor de Ardalén son varias cosas. En particular, la singular belleza que el autor extrae de esa especie de armonía entre contrarios que parece inspirar la obra entera y que es a la postre la que fundamenta esa otra belleza -esta netamente formal- que evidencia el libro.

Tampoco está de más referir el realismo poético, más que mágico, puesto al servicio de una alegoría del naufragio que bien pudiera ser el sentido final de Ardalén.

Y queda, finalmente, esa franca alegría iluminada con olor y sabor a salitre y acompasada con sonidos y con ritmos de ultramar.




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