Salud y tebeos

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Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

miércoles, 22 de enero de 2014

Conversación de sombras

El hombre duerme, el fantasma no es el título del blog de Max. Esa frase es un hallazgo (más allá de Lacan). Y lo cierto es que Max no para. Imagino que estará impulsado por sus fantasmas, como todos, pero él, con su arte, consigue disolverlos a través de sus obras y así nos complace.


Conversación de sombras en la Villa de los Papiros es el último libro de Max. El despojamiento progresivo que viene caracterizando la producción de este autor llega aquí al extremo. Es decir, desde la época de Gustavo y Peter Pank hasta esta de Vapor, Paseo astral y la reciente Conversación de sombras, hay toda una evolución en Max que pasa por un despojamiento progresivo. Pero es un despojamiento formal, estilístico.

Por contrapartida, es obvio que Max va ganando en densidad. Decir mucho con poco, de eso se trata.

       

En esta ocasión, la historia que nos cuenta Max es mínima y a la vez enorme. En apenas treinta páginas nos presenta un instante, el momento previo a la explosión de un volcán, el Vesubio, cuya lava sepultó varias poblaciones del golfo de Nápoles la mañana del 24 de agosto del año 79. Tremendo. En 1750 se hallaron mil ochocientos rollos de papiro semicarbonizados entre los restos de una villa en las afueras de Herculano. Eran textos filosóficos en su mayoría de Epicuro y sus discípulos. Y, como se nos indica en la contraportada, "se trata de la única biblioteca de la Antigüedad que ha llegado hasta nuestros días". Tremendo, de nuevo.

Lo que nos cuenta Max es una verosímil conversación entre un filósofo epicúreo y un muchacho estudiante atemorizado. El primero conserva la confianza y serenidad propia de su escuela. El segundo presiente un horror que se avecina. No diré más sobre el contenido de esta conversación de sombras. Solo que la pericia de Max nos transmite lo esencial del epicureísmo, esa gran farmacopea filosófica que pervive por siglos y que aún prevalece.


Max ha colaborado con Maite Larrauri ilustrando la colección Filosofía para profanos, uno de cuyos ejemplares está dedicado a Epicuro. Sabe él, pues, lo que se lleva entre manos.


Lo importante es la sobriedad y elegancia con la que en esta Conversación Max nos mete de lleno en cuestiones cruciales. La intuición  de la enormidad del tiempo, su fugacidad, el significado de las ruinas que nos avisan, nuestra exacta dimensión como humanos, el valor inapreciable de la filosofía, la emoción sostenida ante lo que sucede, la conciencia de que acaso vivimos bajo el volcán, la importancia insoslayable, en fin, del cultivo diario de la vida y de la amistad.

Todo eso -y más- en tan solo unas páginas, como escaso es en volumen el legado que nos queda de Epicuro.

Definitivamente, el arte gráfico de Max ha conseguido ganar en densidad.

Cabe añadir que esta edición de Conversación de sombras de Max se complementa al final con tres textos: la "Carta a Meneceo" de Epicuro y dos cartas de Plinio el Joven a Tácito. No son un mero apéndice. Forman parte sustancial de este hermoso y valioso libro.

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