Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

jueves, 30 de enero de 2014

Max underground

Escribe Max a modo de prólogo en la edición integral de Las aventuras de Gustavo:

En abril de 1976 se celebró en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona una mesa redonda sobre el comix underground.

Entre los participantes, varios dibujantes, un editor, un crítico y un librero. No tardó en surgir entre el público asistente LA PREGUNTA (en aquellos años no podía ser otra): "¿Cómo nos definíamos políticamente los que hacíamos comix underground?"

Las respuestas que se iniciaron en el extremo derecho de la mesa (evidentemente no era redonda) empezaron siendo decepcionantes, se fueron convirtiendo en ambiguas al atravesar el centro y acabaron siendo contundentes en el otro extremo. Casualmente, en ese extremo habíamos ido a sentarnos Zap y yo. Las opiniones de algunos de nuestros colegas causaron revuelo entre el concienciado público y hubo polémica.

Al salir de allí, Zap y yo teníamos una misma idea en el coco. Aquello no podía seguir así. Y decidimos crear un personaje que reflejara lo que por lo visto nadie más asumía en el comix, la parte combativa y radical del Rollo: provos, yippies, anarcos y en general todas esas gentes que siempre están dispuestas a dar la bronca.

 ... Cinco meses después, una noche en el campo, el primer Gustavo vio la luz.

Es a esto a lo que me refería en apuntes anteriores.

Estilísticamente hablando, en el trazo de las viñetas de la primera época de Gustavo asoma una línea chunga (Gustavo y la actividad del radio, 1982), o más bien trémula, que acaso se deba a un estilo inicial formalmente dubitativo.

Sin embargo, hay en Max un rasgo picassiano que consiste en absorber y asimilar influencias y estilos diversos permanentemente. Y así, en una aventura posterior de ese mismo personaje (Gustavo. Comecocometrón, 1995, con guion de Viçens Mir), la línea clara del dibujo de Max denota ya con firmeza y sin fisuras las influencias del flamenco Even Meuler, del francés Ives Chaland y del holandés Joost Swarte.

Ese mismo dominio de la línea clara -y del color inspirado en Chaland- se aprecia ya en  la primera historia de Peter Pank (1985).


Max, nacido en 1956, pertenece a una generación (por cierto, la mía) que se educó leyendo tebeos, jugando en la calle y yendo a cines de reestreno.

De algún modo, la actitud inicial se mantiene.

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