Salud y tebeos

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Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

miércoles, 2 de abril de 2014

Crumb-Kominsky. El cierre del ciclo confesional crumbiano

Sucede que desde no sé si hace ya cuarenta años Robert Crumb mantiene una relación estable con su segunda esposa, la señora Crumb, de soltera Aline Goldsmith, apellidada Kominsky por su porimer matrimonio y hoy Aline Kominsky-Crumb. Juntos tuvieron una hija, Sophie. Y además está Jesse, hijo del primer matrimonio de Robert. Estos cuatro, más algún nieto, constituyen la familia Crumb. Bueno, uno de los núcleos de una extensa familia.

Robert y Aline forman también una pareja de cómic y en cierto sentido una pareja cómica (un poco a la manera de Spencer Tracy y Katharine Hepburn en La costilla de Adán), pues el caso es que realizan juntos historietas a cuatro manos que versan sobre ellos mismos y sobre su relación común. Ambos se autodibujan y dibujan al otro, se autorreplican y replican al otro en un juego de imágenes especulares que son discernibles por el trazo y por las voces diferentes de cada uno. Y es por eso por lo que los Crumb se autodescriben como "el único matrimonio dibujante del mundo".


¡Háblame de amor! (Drawn Together, 2011) es un libro que contiene las historietas realizadas en común por Aline y Robert Crumb entre 1974 y 2011, con la participación de su hija Sophie en un par de ellas. Se encuentra en la línea confesional y autobiográfica. Y al recoger treinta y cinco años largos de experiencia compartida, nos ofrece un contacto directo con la evolución de una intimidad que se va adaptando a los tiempos, como todas las intimidades reales.

En 1991 Robert, Aline y Sophie Crumb se trasladaron al sur de Francia y fijaron allí su residencia. Lo mejor de Drawn Together, en mi opinión, se encuentra en las historietas correspondientes a la experiencia francesa, que abarca más o menos desde la segunda mitad del libro hasta el final. A la mirada que los dos autores tienen sobre sí mismos y sobre "lo suyo en común", se añade su mirada sobre la vida francesa en un bello pueblo del sur. La mirada de dos yankees en un chateau provenzal. Una verdadera delicia, teniendo en cuenta además que la calidad visual y narrativa de este difícil proyecto va mejorando página a página.

Robert Crumb tiene un talento prodigioso y único para el dibujo, sin duda no compartido por su esposa (ni por casi nadie más, diría yo; Giraud/Moebius...). Desde cierta perspectiva, los dibujos de ella aparecen incluso como feos. Y en este sentido, se ha podido cuestionar el valor y el resultado de ese trabajo en común, dada la disimilitud visual entre ambos dibujantes.

A mí me parece que no hay que olvidar en qué medio estamos. El cómic es un arte secuencial en el que la calidad y precisión del dibujo no es lo determinante. Otros varios factores tales como la narratividad, la ideación espacial, la representación de lo imaginario y la guionización han de estar esencialmente compenetrados con el dibujo, pero no es esencial que este sea de una especial calidad figurativa. Hablamos del noveno arte.

No obstante, siendo la autocrítica uno de los valores predominantes en Drawn Together, Aline Crumb da a entender desde el principio que lo suyo no es específicamente el arte del cómic. Y así, en la última historieta del libro, fechada en 2011, leemos en unas viñetas la siguiente conversación entre ella y Robert:

A: ...no haré ningún cómic más.

R: Dices eso desde mediados de los 70, por lo menos.

A: Esta vez va en serio. (...) Tengo 63 años. El mes que viene empezaré a cobrar mi jubilación... ¡Abriré talleres de yoga por todo el planeta y pintaré el resto de mi vida!

R: No deberías ser tan negativa con tu trabajo en los cómics, Aline. Eres una buena narradora y tu dibujo tiene algo muy expresionista. ¿Quién sabe? La Historia puede decidir que eres una artista más interesante que yo. ¡Nunca se sabe!

A: Como Frida y Diego, el trabajo de ella es mucho más profundo... Pero eso no me hace querer dibujar cómics. Ya he contado todo lo que quería contar, lo he sacado de mi sistema. Ya nada me mueve a hacer más. ¡Es demasiado duro!

Como conclusión, yo añado que en ¡Háblame de amor! ella, Aline Kominsky-Crumb, ha cumplido con creces su difícil papel.



03.04.2014


Una descripción que utilizan ya en portada los Crumb para referir la autoría compartida de ¡Háblame de amor! es: "esa cosa con dos cabezas". El autor de las historietas que componen el libro es un sujeto dual, común como lo es un matrimonio. Lo cual lleva a pensar que hay tres elementos en juego: Robert, Aline y el matrimonio Crumb.

Si nos pusiéramos metafísicos, al establecer las posibles combinaciones entre estos tres miembros del conjunto Crumb: el marido, la esposa y "el tercer hombre" surgido de la unión entre ambos (el matrimonio como una tercera sustancia diferenciada), obtendríamos un número de relaciones unimembres, bimembres y trimembres. Mas si además añadiésemos las combinaciones posibles de esas relaciones con sus representaciones en cómic, nos encontraríamos entonces con una multiplicación abusiva de relaciones y de entidades en juego. Lo cual, además de especulativo, es completamente innecesario. Mejor no nos pongamos metafísicos y limitémonos al cómic.

En tanto que confesional y autobiográfico, Drawn Together trata de ese sujeto común, de dos cabezas, formado por Aline y Robert. A lo largo de la obra vamos conociendo avatares y vicisitudes de esa vida compartida, de tal manera que podríamos pensar que lo que se dirime en este libro es la sustancia del matrimonio Crumb. Sin embargo, los propios autores -¿el autor común?- van más lejos, apuntan más alto. En una conversación entre ambos en la historieta "Un par de viejales inmundos y escabrosos" (1997) dice Aline:

A: Todo esto es más cósmico. No estamos empeñados en una patética lucha de poderes. Estamos intentando descubrir la esencia de la relación hombre/mujer de una forma inteligente...

Nada menos que la esencia de la relación hombre/mujer. No es ya que el matrimonio x persigue dibujando y escribiendo la esencia de ese mismo matrimonio, sino que lo que se busca es descubrir la esencia universal de la relación entre el hombre y la mujer. El mecanismo que mueve la relación entre el yin y el yang. Si esto no es también metafísico...


04.04.2014

Pero sí que hay algo común, metafísicas aparte, que funciona en la pareja Crumb.

En sucesivas entradas de este hilo hemos ido viendo cómo Robert Crumb pone en práctica una concepción del cómic que podemos calificar como psicoanalítica.

Él mismo utiliza a veces el término "la generación del yo" para referirse al grupo histórico-cultural al que él pertenece. Se trataría de un yo en principio alienado, cuyo sentido en la vida no sería otro que lograr su liberación emancipándose de las coerciones, dando así cabida a la realización personal. Tales venían a ser el lenguaje, las actitudes y el propósito de una época, la de la generación del yo, la del propio Crumb. En otra ocasión consideraremos de qué modo pervive en el presente todo aquello, si es que pervive, o más bien ha derivado la cosa en entender "la liberación del yo" no ya como un liberar al yo, sino como un liberarse del yo.

La autoexpresión es una de las vías en ese proceso de emancipación o liberación. Y uno de los medios adecuados en esa vía es el arte. La autoexpresión a través del arte. Ahí es donde encajaría Crumb con su dominio del arte de la historieta. Otros miembros de su generación optaron por otras vías, la musical por ejemplo. Él lo hizo por la de las representaciones gráficas, secuenciales o no.


El self, entonces, como sujeto y objeto de la representación. Y el primer paso en el famoso proceso de liberación consistiría en el reconocimiento de las obsesiones y compulsiones del propio yo, el reconocimiento de la propia neurosis. En realidad, más que reconocer, lo que hizo Robert Crumb fue representar en sus dibujos y en sus viñetas sus obsesiones y compulsiones. Las cuales, como es bien sabido, eran de naturaleza manifiestamente sexual. Es decir, nos encontramos con el dibujo y la historieta como representación de las obsesiones y compulsiones sexuales de Crumb, en la vía de su liberación personal. El mecanismo de la repetición de lo reprimido es automático, lo cual explica la insistencia de Crumb en dibujarnos sus obsesiones. Afortunadamente, su dominio de la historieta en el sentido más puramente tradicional, como entretenimiento ante todo, junto con su talento gráfico y visual, convirtieron en arte lo que de otro modo habría sido un historial más en los archivos de algún psicoanalista.

Pero aunque el arte como medio de sublimación de lo reprimido puede dar como resultado muy buenas obras artísticas, eso no garantiza sin embargo el bienestar del artista neurótico. Más concretamente: si las obsesiones de uno son abiertamente sexuales, ¿qué mejor que intercambiar y compartir esa sexualidad y esas obsesiones a través de una vida en común? Y es ahí donde interviene Aline Kominsky en la realización personal de Robert Crumb.

Y viceversa, por supuesto. La sexualidad compartida con éxito entre un obseso católico de origen con una desinhibida judía también de origen que a menudo parecen intercambiar sus papeles es una condición quizá no suficiente, pero sí necesaria para lograr esa buena vida anhelada. Si a ello se unen el entendimiento, la afabilidad y unas circunstancias favorables, el éxito está asegurado. La vida en común favorecerá la vida de cada uno y a la vez esa vida común se alimentará del progresivo bienestar de los dos.


En esta entrevista de 2013 con Santiago Segura, Robert Crumb se declara un hombre feliz que ha satisfecho satisfactoriamente sus expectativas en la vida. También afirma que lo mejor de su trabajo son las historietas dibujadas en común con Aline. Esta afirmación viene a ser, además de un gran reconocimiento del trabajo de ella, una auténtica prueba de lealtad y de amor.


Por cierto, en esta entrevista de casi una hora en la que interviene el público, da la impresión de que Crumb se queda esperando preguntas "inteligentes e intelectuales", según sus palabras. A mí me ha sorprendido un poco que una de las escasas preguntas claras del público es acerca de Mr. Natural, un personaje crumbiano de hace décadas.

05.04.2014

Es también en colaboración con Aline con quien Robert Crumb lleva hasta el límite el argumento confesional que había estado presente en tantísimas historias del dibujante desde los años setenta. Así, en la historieta en común titulada "Progresivo aldeanismo global", de 2004, leemos en una conversación entre ambos a propósito del famosísimo "Stoned Agin" ("Colocado de nuevo"):


R: Hablando de la aldea global... Federal Express ha traído un paquete. Veamos qué es... Oh, es una prueba del "Stoned Again" que dibujé en los 70. Una compañía americana quiere hacer con ello un póster gigante.

A: ¡A todos esos inútiles de por aquí que fuman "sheet" les encantará! [sheet: hachís marroquí de mala calidad que se encuentra fácilmente en el sur de Francia]

R: No sé, Aline... ¿Dejamos que lo hagan? ¿Contribuirá en algo de valor a la cultura?

A: No. Creo que ya has contribuido al desastre que vivimos. Tendrías que hacer un póster que dijera "Mantente sobrio, la fiesta ha terminado. ¡Olvídate de los 60!"

R: Era joven. Era gamberro. ¡Espero que nuestros hijos no se estén drogando mientras hablamos!

¡Como si fuéramos buenos ejemplos...! A menudo me pregunto si mi cerebro está podrido por todas las drogas que tomé en mi juventud...

A: Te entiendo. Yo tengo lagunas. (¡Pobre de mí!)


Como ya digo, con estas palabras se cierra el ciclo confesional de Robert Crumb. El autor abandonó la historieta para centrarse en la ilustración. En 2009 publicó Génesis.

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