Hay un principio según el cual la renovación y consiguiente
revitalización de las artes -como de la vida entera- pasa por la revisitación
de elementos del pasado. Es esto más o menos lo que en modo ilustrativo se
expresa diciendo que a la hora de avanzar todos miramos el retrovisor.
Pues bien, este principio encuentra una contundente
verificación en La Gran Guerra, el último trabajo de Joe Sacco.
18.05.2014
Nadie mejor que el propio Joe Sacco para explicar su
magnífica obra: La Gran Guerra. En este vídeo impresiona la conciencia
de sí y de su trabajo que manifiesta el autor.
Aquí Joe Sacco revela cómo se ha superado a sí mismo al
enfocar La Gran Guerra no ya como periodista, sino como artista.
Lo que cambia con respecto a sus trabajos anteriores es el
distanciamiento de su mirada. Él no estuvo allí, pero se implica en lo que
expone documentándose a fondo y representando al detalle un escenario en
movimiento plagado de hombres -de seres humanos- movilizados para el
exterminio.
La mirada del artista gráfico filtra ese escenario, pero no
lo modifica.
El autor intenta comprender la sinrazón de la guerra
dibujando con fidelidad, milimétricamente, el orden de una batalla planificada
ingenuamente en extremo. Y la magia del arte de Sacco envuelve al espectador al
mostrarle ese plan cuya última ratio es una enorme absurdidad.
Joe Sacco confiesa en el vídeo que no sabe cómo evolucionará
su carrera a partir de ahora. Pero es innegable que sí ha conseguido demostrar
que él pertenece a la estirpe de los grandes artistas.
Uno de los tópicos que conforman la comicología (siendo esta
a los cómics como es a la música la musicología) es el que se refiere al origen
del arte de la historieta, es decir, el tópico que atañe a determinar en qué
momento o cuándo nacieron los cómics.
Aunque está claro que hablamos de arte secuencial, que viene
a ser uno aunque diverso, aquí sí que sería tal vez conveniente hacer alguna
distinción terminológica. Ya que una buena parte de las discusiones en este
respecto, la que tiene que ver con el origen de ese arte, procede de usar
indistintamente los términos 'historieta', 'tebeo', 'cómic', 'arte secuencial'
y otros afines. Este uso indiscriminado, sin matizar, es cómodo y útil en la
mayoría de ocasiones. Pero hay otras veces en que dicha confusión de términos
enturbia la conversación, cuando no la dificulta.
Una de esas veces, en mi opinión, es la que afecta a la
historia del cómic y del tebeo, concretamente a su nacimiento.
Yo entiendo que el cómic es inseparable de -o tiene como
condición sine qua non- la reproductibilidad técnica facilitada por el
surgimiento de la imprenta. Más concretamente, el cómic sería inherente a esa
forma de impresión más tardía que fue la prensa de información masiva y
periódica realizada a través de diarios, semanarios y tal. Según esta
hipótesis, el cómic moderno habría nacido gracias al soporte que le proporcionó
esa prensa periódica de distribución masiva. Las tiras de viñetas cómicas que
aparecían en los diarios y semanarios de mediados y finales del siglo XIX
habrían sido, entonces, la fuente de la que surgieron los posteriores comicbooks
y tebeos. No obstante, la historia de la representación gráfica secuencial es
mucho más antigua.
Otro enfoque de esta historia sostiene la tesis de la
continuidad. Según esa tesis, las novelas gráficas actuales son el último
desarrollo de un arte gráfico iniciado en la prehistoria mediante las
representaciones de escenas de caza en las paredes de las cuevas. Bajorrelieves
mesopotámicos, papiros egipcios, manuscritos iluminados, vitrales y tapices
medievales, xilografías, pliegos de cordel y aleluyas de la edad moderna y
litografías de la edad contemporánea serían así, más que precedentes,
manifestaciones o variantes históricas de un mismo arte secuencial
ininterrumpido.
En esta historia ocupa un lugar destacado el Tapiz de Bayeux o Tapiz
de la Reina Matilde, del siglo XI de nuestra era. Mide casi setenta metros de
largo por medio metro de altura. Representa la conquista de Inglaterra por los
normandos entre los años 1064 y 1066. Está secuenciado en nueve fragmentos que
representan más de medio centenar de escenas y contiene inscripciones en latín
a modo de relato.
Sea galgo, sea podenco; esto es, sea que se considere que el
Tapiz de Bayeux es un precedente en la historia del cómic, sea que se lo
interprete como siendo una modalidad temprana de cómic, no deja de ser esta una
disquisición académica. Lo que es innegable es el indiscutible valor de este
tapiz como interesantísima representación secuencial; un valor sazonado sin
duda por la importancia secular (por no decir diacrónica, que sonaría redundante) de la historia.
Dejo una versión animada del Tapiz de Bayeux.
13.05.2014
Me dice un interlocutor:
No conocía ese tapiz, pero me acaba de recordar al Papiro de Ani, que también podría valer como precedente, más antiguo todavía.
Sí, pero hay una notable diferencia. El Papiro de Ani es un libro con las características que tenían entonces los libros. Es un rollo de pergamino, de igual modo que los diez libros de la República de Platón estaban escritos en rollos de pergamino (de cada uno de esos rollos o libros deriva la palabra 'volumen').
El lenguaje en el que está escrito el Papiro de Ani es jeroglífico, es decir, en él los iconos representan de un modo u otro palabras, a diferencia del Tapiz de Bayeux, en el que los iconos representan escenas. Otra cosa son las imágenes grandes que hay en ese Papiro además de los signos jeroglíficos. Esas sí que pueden ser representaciones secuenciales. En cuyo caso estaríamos ante un libro ilustrado, un poco a semejanza de los libros iluminados de la edad media.
Hace más de diez años, en 2003, se montó un pollo político
por la publicación del libro Todas putas, escrito por Hernán Migoya (n.
1971). La polémica se vio acuciada porque Miriam Tey, recién nombrada entonces
por el ministerio de turno (bajo el gobierno de Aznar) directora del Instituto
de la Mujer, era copropietaria de la editorial que publicó Todas putas.
El libro es un conjunto de relatos en los que, desde su
particular perspectiva -calificada entonces como misógina-, Migoya muestra una visión de
las mujeres que rompe cualquier imagen amable, reconciliadora y pacífica
establecida sobre ellas. Un tema difícil. El caso es que el clima de campaña
electoral del momento favoreció que el asunto llegase incluso hasta un debate
en el Congreso acerca de la posible prohibición del libro. Todas putas acabó siendo retirado del mercado por decisión de Miriam Tey con el fin de no
empañar su cargo institucional. Fue la encendida defensa de escritores como Vargas
Llosa, Elvira Lindo y Pere Gimferrer lo que apaciguó escándalo.
El relato titulado "El violador", que encabeza
Todas putas, fue el que más indignó a los adalides de la corrección
política. Se interpretó como si fuera una apología de la violación, pues está
escrito en primera persona y da voz a un violador de mujeres que defiende sin
tapujos su afición. Otro relato del libro, titulado "Porno del
bueno", no se queda corto en el tratamiento de la pederastia. La prosa
descarnada y directa de Hernán Migoya puede hacer comprensible la confusión
entre realidad y literatura y el estupor consiguiente que produjo el libro.
Recientemente ha aparecido el libro Todas putas. Los
cuentos gráficos. Se trata de una transposición en cómic del libro original de Migoya
en el que quince autoras ofrecen una versión dibujada de sendos
relatos de aquel. Son quince mujeres. El prólogo corre a cargo de Miriam Tey. Y
el epílogo es obra de otra mujer.
10.05.2014
Las obras colectivas, esto es, las películas y libros
compuestos por episodios de diferentes autores, suelen adolecer de una falta de
cohesión que merma su eficacia significativa. Son más un muestrario que una
pieza completa. Sin embargo, en Todas putas. Los cuentos gráficos, y
pese a la pluralidad de significantes que aportan las quince artistas que
ilustran el libro, hay una unidad de significado proveniente del hecho de que
es uno, Hernán Migoya, el autor de todas las historias que sustentan los
relatos. Y es así su voz, en cierto modo, la que cohesiona los quince cuentos y
con ello la obra entera.
No obstante, cabe destacar el dominio del lenguaje gráfico y
visual que predomina en estas dibujantes y que sobresale en sus historietas. No
estamos ante un cómic literaturizado, como fácilmente podría haber ocurrido,
sino justo al contrario. Sorprende incluso en algunas historietas, como
"La bruja" y "Porno del bueno", la práctica ausencia de
texto y la maestría narrativa de sus autoras a la hora de manejar el lenguaje
icónico.
En eso estriba el arte secuencial. Narrar con viñetas.
... lo que caracteriza y singulariza
el talento de Alan Moore es que la suya es una imaginación postmoderna. ( ... )
Al cumplir cuarenta años de edad, en la primera mitad de los
noventa pasados, Alan Moore comunicó a sus amistades que había decidido
convertirse en mago. Ahora ha sido publicado en nuestro idioma Ángeles
fósiles, un interesante texto de 2002 en el que Moore expone con brillantez
su personal concepción respecto a la magia, esa faceta que es tan peculiarmente
humana como lo puedan ser la religión, la filosofía, el arte, la política y
hasta la ciencia.
A lo largo de este hilo hemos ido observando ocasionalmente
una intersección entre el universo del cómic -no siempre de ficción- y el
universo del ocultismo, la gnosis, el esoterismo en sus diferentes variantes.
Es como si hubiera una afinidad por simpatía entre el recurso de la imagen y lo
misterioso, cuya raíz se manifestase en el hecho de que una historia de las representaciones
icónicas fuera inseparable de una historia de lo sagrado y de la magia.
Ángeles fósiles no es desde luego un cómic, si bien
está editado aquí en un volumen con variadas disposiciones de página y con
profusión de fotografías, ilustraciones y notas aclaratorias. Es más bien un
manifiesto. Una propuesta creativa. Y una llamada a la acción.
Lo que Alan Moore propone en este libro es una recuperación
de la magia por la vía de sacarla del armario en que la han encerrado las
sociedades secretas y toda su parafernalia de disfraces y envoltorios espurios,
cuando no la han secuestrado los secretismos afines a ideologías totalitarias.
Es decir, la propuesta de Moore tiene también -y sobre todo- un alcance
político. Se trata de recuperar la magia y otras disciplinas colaterales (la
gnosis, la filosofía oculta, la alquimia, la cábala, la psicogeografía)
sacándolas a la luz e integrándolas en una praxis vitalista, nietzscheana,
progresista, liberadora.
El planteamiento es sencillo. Hay que deslindar
definitivamente la magia de la religión y de la ciencia e identificarla con el
arte. Ya que la magia es arte del mismo modo que el arte es magia. Una y otro
consisten en producir algo que antes no existía (sacar un conejo de la
chistera, crear un artefacto cultural) con la pretensión de incidir en las
conciencias propias y ajenas.
Un arte muy cercano a la magia es la literatura,
concretamente la poesía; la combinación de letras y de palabras de cara a
producir efectos (la poíesis griega emparentada con la techne).
En este vídeo de ocho minutos y cuarto, Alan Moore expone su
posición sobre la magia:
El vídeo está extraído del documental de casi ochenta
minutos The Mindscape of Alan Moore, del año 2003. Está narrado en
primera persona y en él nuestro autor se presenta a sí mismo sin paliativos.
La vertiente política de la propuesta de Moore consiste en
plantear el conflicto no como una oposición entre capitalismo y socialismo,
sino como una oposición entre fascismo y anarquismo. Toda praxis
uniformizadora, incluida la magia, es fascista. Por el contrario, la apuesta
vitalista consiste en promover unas prácticas, incluida la magia, que
favorezcan una autoexpresión rica y variada en sus infinitas manifestaciones.