Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

lunes, 29 de septiembre de 2014

Juego de titanes

Duelo (o mejor, juego) de titanes

A partir de cuatro onomatopeyas propuestas por otros dos autores, Hugo Pratt y Jean Giraud (Gir, Moebius) repentizan una historieta en tres viñetas en que aparecen sus personajes de más éxito: Corto Maltés y Blueberry.

El vídeo es de 1972. (Eliminado de YouTube)

Quién supiera dibujar.


30.09.2014

La información cronológica no es una condición necesaria para disfrutar un producto cultural o artístico. El goce estético que produce por ejemplo la contemplación del cuadro Vista del jardín de la Villa Médicis, en Roma se obtiene sin necesidad de saber en qué año lo pintó Velázquez, si antes o después que Las Meninas e incluso, en el límite, sin que sea necesario conocer que es un cuadro del pintor sevillano. Sin embargo, la información añadida a la mera contemplación de una obra enriquece su disfrute.


Esto viene a cuento del vídeo que puse en el apunte anterior (ya eliminado de YouTube). Podemos ver en él a Pratt y a Giraud dibujando al alimón una microhistorieta. En este caso, está más que garantizado el disfrute ante la contemplación de dos de los grandes del cómic europeo del siglo pasado dibujando conjuntamente. Pero es muy oportuno considerar que el año de realización de ese vídeo es 1972.

En 1972, en efecto, Hugo Pratt tenía ya una obra considerable como dibujante, pero había publicado menos de la mitad de la serie dedicada a Corto Maltés y una parte del primer episodio de Los escorpiones del desierto, por citar solo dos grandes series a las que dedicó su etapa de madurez.

Por otra parte, en 1972 Jean Giraud no estaba todavía identificado por el público como Moebius. Aunque ya había utilizado ese pseudónimo en alguna ocasión, Giraud era en aquel año conocido como el dibujante de Blueberry. Fue a partir del año siguiente cuando se produjo la geminación en la personalidad del autor.


Esta información, decía, no es necesaria para disfrutar el vídeo. Pero pienso que enriquece la contemplación.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Vida del Che

Decía Hugo Pratt que uno de los cometidos del cómic podría ser el de crear los grandes mitos contemporáneos.


Ernesto Guevara, el Che, murió abatido en Bolivia en octubre de 1967, con 39 años de edad. En enero de 1968, a los tres meses de su muerte, apareció en los kioscos de Argentina el cómic Vida del Che, con guion de H. G. Oesterheld y dibujos de Alberto y Enrique Breccia (padre e hijo). Se trata, probablemente, de la primera expresión artística que recogió el icono del Che Guevara, dicen que el más reproducido en las últimas décadas.

La fotografía del Che que en 1960 realizó Alberto Korda es la fuente de la imagen del revolucionario argentino más multiplicada en todo tipo de prendas y objetos de mercadeo.

Pero no cabe duda de que pese a su carácter hagiográfico -o precisamente por eso-,  el tebeo de Oesterheld y los Breccia contribuyó en muy buena medida a la fabricación del mito. Las vicisitudes de la edición, bajo la dictadura en Argentina de Juan Carlos Onganía, con secuestro de los ejemplares y con las planchas originales del cómic destruidas por el ejército, alentaron la leyenda. Mas la calidad de la prosa de Oesterheld, tan cercana en esta obra a la poesía no solo épica, unida al arte inspirado de Alberto y Enrique Breccia, tan evocador, seguro que también tuvieron algo o tal vez mucho que ver.

Lo cual es una muestra de la pertinencia de la frase de Pratt que encabeza este post.


viernes, 19 de septiembre de 2014

El arte de Hugo Pratt

Hugo Pratt era un gran acuarelista. Tenía un gran sentido de la composición y de la belleza. De ahí que las páginas de sus historietas suelan ser bonitas. Y Corto Maltés es un hallazgo visual. Hay quien dice que Pratt no sabía dibujar, pero eso también hay quien lo dice de Picasso, por poner un ejemplo.

21.09.2014

Hugo Pratt decía que para él el dibujo era una suerte de caligrafía, una forma de escribir, una prolongación de su escritura, lo mismo que esta era para él una prolongación del dibujo. Lo que importa es el texto (El placer del texto es el título de un librito de Roland Barthes perfectamente aplicable a la praxis de Pratt). Y lo que importa, por tanto, es comunicar a través de los signos. Significantes y significados. No es así extraño el interés de Hugo Pratt por la Cábala y el esoterismo. Y también por los viajes.



martes, 16 de septiembre de 2014

Contra las cuerdas. Reyes disfrazados

Una grata sorpresa de inicio de curso: Contra las cuerdas.



19.09.2014

Leyendo Contra las cuerdas (On The Ropes, 2013) se reconcilia uno del todo con la expresión "novela gráfica".

Lo que ocurre es que la historia de esta reciente novela gráfica es bastante peculiar. La historia de su producción, quiero decir.

El guion es de James Vance (n. 1953) y los dibujos de Dan Burr (n. 1951).


En 1979, James Vance escribió y estrenó al poco una pieza teatral titulada así, On The Ropes. La obra funcionó en los escenarios y le proporcionó al autor un premio nacional de dramaturgia.

Una reposición fallida de la obra en 1981, ms una cierta insatisfacción por parte de Vance, provocaron en él el deseo de indagar sobre uno de los personajes de On The Ropes, concretamente sobre el joven Fred Bloch.

Nació así un precuela teatral de Contra las cuerdas, escrita por el mismo James Vance. Era la obra en un acto titulada Reyes disfrazados, que fue estrenada en los escenarios en 1984.

Paralelamente, según cuenta Vance, en 1983 tuvo una epifanía. Entró en una tienda de cómics buscando información para otra obra y descubrió las posibilidades que encierran los tebeos para adultos. Se le ocurrió entonces elaborar una versión de Reyes disfrazados en el medio redescubierto, es decir, como una "novela" gráfica.

Tras conectar con el dibujante Dan Burr, el resultado fue una de las obras de literatura dibujada de mayor consideración hasta entonces. Publicada originalmente a partir de 1988 en forma seriada, Reyes disfrazados pasó a formar parte del panteón de las novelas gráficas.


Con lo cual Contra las cuerdas, la novedad de ahora, viene a ser una secuela gráfica, veinticinco años después, del cómic Reyes disfrazados. Pero no hay que dejar de lado que On The Ropes es a la vez una secuela en tebeo de una precuela llevada también al tebeo de la obra teatral titulada Contra las cuerdas.

Ya decía antes que la historia de esta obra es bastante peculiar.

21.09.2014

De modo que la secuencia es así:

1) 1979: Contra las cuerdas (OnThe Ropes). Obra de teatro escrita por James Vance.

2) 1984: Reyes disfrazados (Kings in Disguise). Obra de teatro escrita por James Vance.

Ambas obras fueron representadas en los escenarios con éxito desigual.

3) 1988: Reyes disfrazados (Kings in Disguise). Novela gráfica con guion de James Vance y "arte de" (así se refieren en EEUU al dibujante: art by) Dan Burr.

4) 2013: Contra las cuerdas (On The Ropes). Novela gráfica con guion de James Vance y art by Dan E. Burr.

En el origen de esta pequeña y gran saga a la vez se encuentra el teatro. Su transposición a otro medio, el del cómic, no puede haber sido más brillante. Significa la consolidación sin fisuras de las posibilidades de la literatura gráfica.

22.09.2014


Un protagonista principal de Reyes disfrazados se hace llamar "el rey de España". Es un vagabundo. Su nombre es Sam. Se hace amigo de Fred Bloch, un crío de trece años que a la busca de su padre ingresa también en el universo de los vagabundos y al que Sam le bautiza como "el rey de Francia". Sam y Fred son dos reyes disfrazados, siendo esta una hermosa metáfora descriptiva de dos vagabundos errantes por el erial en que se convirtió Estados Unidos en los años treinta pasados, tras el hundimiento económico y consiguientemente moral que trajo consigo aquel jueves negro de octubre de 1929. Es el mundo que describió John Steinbeck en sus novelas (De ratones y hombres, Las uvas de la ira) y que el cine plasmó en películas de la serie negra o no.

Pero no es la ironía lo que hace que Reyes disfrazados sea una obra portentosa. Es la luz que emana de su polvorienta historia, que es la misma luz que emana del carácter de algunos de sus personajes, lo que le da su peculiar brillo a esta singular novela.  Un brillo que no es otro que el de la nobleza, la de verdad. La nobleza moral.

Reyes disfrazados es también una historia de huidas, de búsquedas y de encuentros. Y es especialmente una novela de formación (la formación de un carácter, una personalidad) que se da unida a una toma de conciencia social por parte de Fred, narrador y centro de la historia. Fred se integra en la legión de los parias de la tierra y decide pertenecer a ella con voluntad y conciencia.

Es en esa legión, en fin, donde se encuentran auténticos reyes disfrazados. No todos lo son, pero haberlos los hay.




24.09.2014

Veinticinco años han transcurrido entre la publicación en 1988 de la novela gráfica Reyes disfrazados y la de Contra las cuerdas en 2013, también en cómic. El hecho de que la primera fuera en su origen -1984- una precuela teatral de la segunda, obra de teatro a su vez -de 1979-, es un mero dato circunstancial sobre la producción de estas obras, pues se cumple aquí la ley según la cual el orden de los factores no altera el producto.

Sin embargo, en el plano de la novela son cinco los años que separan los hechos narrados en una y en otra. Ambas están ambientadas en el Estados Unidos de la Gran Depresión. Pero mientras la historia de Reyes disfrazados transcurre bajo la presidencia de Hoover en 1932, la descrita en Contra las cuerdas sucede en 1937, esto es, cuando las políticas emprendidas por el New Deal de Roosevelt, presidente de aquel país desde 1933, comenzaban a dar tímidos frutos.

Una esas políticas consistió en la creación en 1935 de la Works Progress Administration (WPA). 



Digamos que en Contra las cuerdas hay más tramoya, más juego escénico que en Reyes disfrazados. Imagino que asistir a una representación de On The Ropes en el escenario supondrá participar de una impactante experiencia de teatro dentro del teatro. Y es que en esta obra son varios los hilos narrativos que se van trenzando hasta la confluencia final y uno de ellos transcurre en el mundo del espectáculo circense.

De nuevo, el personaje central de Contra las cuerdas es el adolescente Manfred Bloch. Y de nuevo, hay aquí otro personaje adulto que ejerce un papel protector del muchacho. Lo que fuera Sammy -rey de España- en Reyes disfrazados (a modo de contrafigura moral, ascendiente de Fred), viene a ser en Contra las cuerdas Gordon Corey, un escapista de feria. Tanto Sam como Gordon huyen, escapan. Y Fred participa en esas respectivas huidas como asistente en un proceso irreversible de acceso a la vida adulta.

Otro hilo narrativo, arquitectónico, de Contra las cuerdas tiene que ver con las luchas obreras de entonces. La sustancia dramática de ese hilo se centra en la guerra sucia sin cuartel que los reventadores de huelgas, verdaderos asesinos a sueldo, emprenden contra los organizadores de las protestas. Iremos viendo cómo Fred Bloch pasa a formar parte de una célula del Partido Comunista y accede a prestar un servicio valioso a la causa. Veremos también a una pareja de facinerosos sin escrúpulos. Y a una periodista impasible. Y alguna carga policial injustificada.


Hay bastante más en esta historia, incluida la sacudida sentimental. La densidad narrativa propugnada por el movimiento de la novela gráfica encuentra en Contra las cuerdas un cumplimiento satisfactorio.



sábado, 13 de septiembre de 2014

Hugo Pratt. El aliento moral

El anclaje entre realidad y ficción, por evanescente que sea, es lo que determina el valor de las producciones artísticas. Por decirlo de otro modo, es este un valor que depende de cómo lo real y lo imaginario se entrelazan a través de lo simbólico expresado figuradamente.

Y entonces, lo que importa en cada caso es la poética del autor.

La poética de Hugo Pratt (1927-1995) fue desarrollándose en la serie de Corto Maltés -en realidad, en toda la obra de Pratt- como una sabia combinación de épica y de lírica. Pero hay también en esta poética un aliento moral. Es un aliento verdadero, aunque enmascarado. Y es ajeno en todo caso a las declaraciones de principios, a la oquedad verbal.


Así, en "Samba con Tiro-Fijo" -una de las historietas que componen el volumen Bajo el signo de Capricornio (1970)- leemos el siguiente diálogo entre Boca Dorada y Corto Maltés:

-- Tengo un negocio que proponerte, Corto.

-- ¡Soy todo oídos!

-- En la selva tengo amigos que están en apuros y solo uno como tú puede ayudarlos. Para evitar malentendidos, te advierto que mi propuesta se basa en sanos principios morales.

-- ¡Un momento, mi estimada señora! Ante todo debes saber que yo no creo en principios morales ni de ninguna clase... Sí, sí... Lo que puede ser justo para ti, para mí puede no serlo, y al revés.

-- Sí, sí... Por eso hablemos de algo más tangible, algo en lo que creas... ¿Qué me dices de mil libras esterlinas?

-- ¿Mil libras? Oh, sí, sí... Claro que si ofreces mucho es porque también vas a pedirme mucho.

-- Quizá. Tengo un amigo, uno de la "cangaça" que se ha rebelado contra la autoridad abusiva de un terrateniente...

No voy a desvelar el desenlace de la aventura, pero entre el final de "Samba con Tiro-Fijo" y el comienzo de la historieta siguiente, "Un águila en la selva", conoceremos el destino final de esas mil libras y leeremos que dice Corto:

-- ... hasta ser libres y obtener justicia... 

Por otra parte, este mismo aliento moral lo encontramos en las siguientes palabras de Hugo Pratt que conectan la épica y la aventura inherentes en sus historietas con el valor de lo humano en tanto que humano:

“Hoy mi concepto de héroe coincide con el de “hombre como es debido”: un héroe es aquel que logra hacer frente a una situación difícil conservando siempre una cierta ética. En la guerra o en la paz, un hombre es aquel que llega a ser o a mantenerse plenamente humano: el héroe es el Hombre.”

El título del libro al que pertenece esta cita: El deseo de ser inútil, manifiesta igualmente la moral encubierta o velada, pero latente, de Pratt.



viernes, 12 de septiembre de 2014

Parábola del traidor y del héroe

Parece inevitable que cada vez que nos aproximemos a un texto de Oesterheld aparezca la sombra de Borges. La entrevimos al comentar Mort Cinder. Y en el post anterior a este, referido a El sargento Kirk, la sombra de Borges vino a cuento de "El tema del traidor y del héroe", título de un relato del escritor bonaerense incluido en su libro Ficciones (1944).

La influencia de "El tema del traidor y del héroe" en El sargento Kirk se percibe de manera directa en la simple consideración del título borgesiano aplicado a la serie de aventuras de Oesterheld. Y en principio no va más allá. ¿Es Kirk un traidor? ¿Es un héroe? ¿Es ambas cosas? ¿O acaso ninguna, siendo solo humano, demasiado humano?

Pero el guion, por así decir, del cuento de Borges es ajeno a las historietas del sargento Kirk.

Sin embargo, Hugo Pratt -dibujante de la primera época de Kirk- también acusó el impacto de Borges de un modo genérico en su obra. Y en particular, "El tema del traidor y del héroe" tal y como fue concebido en su relato por el escritor de Ficciones, fue versioneado por Pratt en una de las historias cortas más celebradas de la serie protagonizada por Corto Maltés: "Concierto en O' menor para arpa y nitroglicerina", que forma parte del volumen Las Célticas (1971).


No diré que "Concierto para arpa y nitroglicerina" sea una simple ilustración del cuento de Borges, cosa de por sí más que ardua. Lo que hizo Hugo Pratt fue cambiar los personajes y la época de los hechos narrados y simplificar esa historia despojándola del barroquismo formal borgesiano, aunque mantuvo el lugar, el ambiente y el motivo de las acciones en juego: la lucha del pueblo irlandés contra el opresor británico.

Pero, sobre todo, lo que hizo Pratt fue escribir dibujando una muy buena historia similar a la de Borges, sin duda, pero con una poética por completo diferente de la del escritor argentino. Y además, el arte de Pratt deja espacio para la lírica.


La influencia de Borges en Hugo Pratt es patente en múltiples aspectos. Uno de ellos es el cultismo o culturalismo que apuntala el armazón de las narraciones de ambos. Otro es la práctica de la ironía encubierta, así como su interés común por el esoterismo y la cábala, las filosofías neoplatónicas, las geografías fantásticas...

En una ocasión declaró Hugo Pratt:

"Borges enseñó una cosa muy importante: contar mentiras como si fueran verdad. Yo aprendí de él a contar la verdad como si fuera mentira."

jueves, 11 de septiembre de 2014

Sargento Kirk

Antes que el teniente Blueberry estuvo El sargento Kirk.


Es más, dado que las aventuras de Kirk comenzaron a publicarse en Argentina en enero de 1953, en la revista Misterix, se le reconoce a esta serie el papel de adelantada (pionera, según el anglicismo) en la nueva concepción del género del oeste, un western con rostro humano que luego plasmaría ampliamente no solo el cómic, sino también -y sobre todo- el cine.

Con guiones del argentino H. G. Oesterheld y dibujos de Hugo Pratt (en la primera época de la serie), las historietas del sargento Kirk cuentan los avatares de un desertor del séptimo Regimiento de Caballería del ejército estadounidense, en el periodo posterior a la guerra de Secesión, que se pone de parte de los indios movido por sentimientos de índole humanitarista. Debido a los escenarios donde transcurren los hechos, pero también por el lugar que esos sucesos ocupan en el imaginario occidental referido a la dicotomía "hombre blanco/indio", o al revés, estamos ante una auténtica literatura de frontera. Literatura dibujada, pero de frontera.

En lo esencial del planteamiento de Sargento Kirk rezuma el clásico de las letras argentinas, el poema narrativo El Gaucho Martín Fierro (1872), escrito por José Hernández. De hecho, parece ser que Oesterheld pretendía en principio que la serie se desarrollara entre gauchos, soldados e indios de La Pampa argentina. Aunque finalmente Oesterheld trasladase la serie a los escenarios fronterizos habitados por "las naciones" indias acosadas por la caballería yankee, mantuvo en lo esencial el espíritu del Martín Fierro. Literatura de frontera en un caso y en otro. No está de más añadir en este respecto que Oesterheld denominó a la editorial que fundó en Argentina en 1957, en estrecha colaboración con Pratt, precisamente así: Frontera. (Sería otro argentino -italoargentino- , Roberto Rocca, el que en 1977 fundó en España la editorial Nueva Frontera, sello de la ya mítica revista Totem.)

Y también rezuma en El sargento Kirk, por cierto al igual que en Martín Fierro, el significado del título de un breve relato de Borges, otro argentino: "El tema del traidor y del héroe".


Finalmente, es de destacar que uno de los personajes principales de la serie de Kirk se llama El Corto. Dibujado por Pratt.



15.09.2014

Por cierto, he encontrado en la red esta "Carta al Sargento Kirk":

Querido Kirk

Por Juan Sasturain
Cañadón Perdido
Arizona State, USA
Querido Kirk, espero que al recibo de la presente
te encuentres bien, disfrutando
de un seco, enérgico verano
en el desierto –no recuerdo un
solo día de lluvia en tus
andanzas– en compañía de los
tuyos: Maha, el Corto y el
barbado doctor Forbes.
Te aclaro –hace tiempo que
no tendrás noticias mías–
que si me vieras no me reconocerías:
he crecido un poco –eso sería lo
de menos–, tengo la cara llena de
pelos y se me han poblado los alrededores
de mujeres y de hijos.
Suelo tener la cabeza ocupada
en mil asuntos sin importancia y
casi he olvidado –te pido me perdones–
el episodio de Corazón Sutton, la
cara del cacique pawnee y el nombre
del jefe de Fort Gibson.
En fin, bien sabes que han pasado
algunos años desde entonces,
cuando nos veíamos todas las semanas
y compartíamos una intimidad
que me enorgullecía.
Puedo darte –si quieres– noticias
de tus viejos: Hugo volvió a Italia
hace mucho y se dedica a ser
famoso y tratar de olvidarte en otros hijos.
A veces lo consigue: habrás oído
hablar del otro Corto, el Maltés, un
poco irónico para tu amistad pero
es hombre de agua y de este tiempo,
tu desierto puesto al día y
sin remordimientos.
En cuanto a Héctor, el viejo, no se fue.
Anduvo algunos años lidiando por estos
arrabales del mundo y de la democracia,
eligiendo bien en general
–me entiendes: del lado de los indios–
y no le fue mejor que a ti:
perdió amigos, el buen nombre en las
editoriales, cuatro hijas.
No es mucho en un país lleno de
sangre; es demasiado para un
hombre solo. Ahora es uno más en
una lista larga y llena de agujeros,
otros reciben tardíos premios
en su nombre.
De tus amigos, algo te puedo contar.
Juan Salvo, el extraviado Eternauta,
volvió para juntarse con la gente, hizo
la guerra como un acto de amor, los
Ellos le dejaron la historieta y se
quedaron con la historia por ahora.
Ernie estuvo por Vietnam y fue
un fracaso: alguien tecleaba
la Remington por él, le trabucaba
los papeles o algo así.
De Ticon, nunca más supe. Tampoco de
Caleb o Numock, sólo versiones
muy lavadas de aquellos bosques grises
con indios adornados e ingleses de paseo.
Al infalible Randall
lo fueron desbancando oscuros primos
mellizos, malas fotocopias
de su sombría puntería. En fin...

Pero no era mi intención
llenar estas cuartillas con
recuerdos de amigos de papel o
carne y hueso. Claro que no.
Sin embargo, no sabría decirte
en realidad por qué te escribo.
Acaso sea la burguesa soledad, ciertas
mentiras descubiertas entre dientes o
el aire esquivo y apurado con que
paso delante del espejo.
Te diré que no es fácil andar
a esta altura del mundo y de
la historia personal. Extraño
tu ranch y tus caballos,
esa amistad viril sin psicoanálisis
y hasta olvido que en tu mundo
de comanches y balazos no
habría lugar para mi cobardía.
No me acuerdo ahora de grandes
cabalgatas ni de puñetazos providenciales;
sólo me queda una escena: el manchón
de una hoguera en la noche y
tu simple certeza para
explicarle al Corto que más vale
luchar por una causa justa
que hacerlo simplemente por dinero.
Los comentarios corren por tu cuenta,
pero en un país sin hogueras ostensibles
y el desierto almidonado por la espada
no es fácil leer tus aventuras sin
nostalgia. Y no digo la pavada
de la moda a lo Presley o los
Cadillacs del ‘50. Quiero decir
que todo se ha complicado en estos años
que han venido cortos, lluviosos, sin
verano, mal barajados para la aventura
y con un cierto aire de perdonavidas
del que te mira pasar porque mañana
te la dará sin asco y por la espalda.
Hoy ese pibe que cabalgaba a tu
lado a los doce años se ha
bajado del caballo, desensilló hasta que
aclare otra vez, la próxima,
el bueno, que le dicen.
Tú me recuerdas –la culpa es de él,
de Oesterheld, este tuteo literario que
entorpece los cariños–, tú me recuerdas,
te decía: cuarto grado, miércoles de mañana,
me comía la vereda en el camino hacia
el Hora Cero que desplegaba tu blanca y
seca geografía. Un desierto, un
cañadón, el atajo salvador,
un tomahawk en la punta de un indio,
una bala que buscaba tu brazo, el hombro
o alguna costilla cruzada en el
camino al corazón.
Hoy los tomahawks llueven de punta o
por televisión, las balas suelen encontrar
corazones grandes, vulnerables, ya no
hay atajos salvadores y no quedan sargentos
desertores en el Séptimo de Caballería.
Quiero decir que las historias tuyas
eran un prólogo simple, un golpecito en
el medio de la espalda hacia adelante.
La vida reservaba la sortija en un
recodo con la certeza de tus corazonadas.
El mundo era un globo por inflar, una
mujer por besar, una escalera alfombrada por
el escenógrafo de la Paramount.
Sólo había que esperar
que el director golpeara las
palmas, alguien encendiera las luces,
y todo empezara de una vez.
Es cierto: todavía esperamos las palmadas,
el chasquido de la luz del set
y la metafísica patada en el culo
que nos mande a escena.
Pero no hay tiempo para las frustraciones
de la pequeña –chiquitiiiiiita– burguesía,
especie en extinción desde años ha
en sus variantes más coloridas.
Algunos suelen deambular por oficinas hostiles o
países aparentemente democráticos, sentirse
juntos en la cancha de fútbol o las
librerías de viejo, de pasada.
Correr como un imbécil por Palermo, creer
en Ramakrishna o el poder terapéutico de la
mosca en mano, en la confluencia cívico-militar
y otros fantasmas son estrategias endebles
para los que nacimos con el
empujón de tu mirada segura bajo el kepi
encasquetado con la solidez de los
ideales de la juventud.
Por eso es mentira esta película:
al fondo del cañadón, espaldas contra la
roca, con las balas y las flechas
silbando alrededor clásicamente,
viendo caer a la gente como moscas
–la idea es pobre, verdadera–
escuchamos un clarín salvador, un
galope nutrido de casacas azules y
banderita al viento. Pero no.
No venís vos al frente. Es Reagan.
Cambiemos de canal, de vida, de esperanza.
Al fin, querido Kirk, dear sargent,
espero que a la terminación de
la presente te encuentres bien,
en compañía –ya te lo dije–
de los tuyos y ahora también de los
(pedazos) míos, disfrutando
del aire limpio de un cielo
blanco de revista vieja.
Te informo, al respecto, que
ahora los kioscos son
verdes y blindados como los sueños
de un general de caballería
de estos tiempos, y que hay poco para
leer si no es en los ojos de la gente.
Tal vez por eso me dedico a juntar
figuritas con tu cara, tomar mate y
hacerme cada día más tanguero.
Una estrategia de amor, no
una coartada.
Pero tampoco es éste el lugar
para salvarse o encontrarle todas las
patas al gato personal, que nunca
importa demasiado sino a uno.
Al final, creo que está claro
–lo veo ahora, después de tantas
vueltas– que no pienso en volver
atrás ni pedirte un caballo fresco
de los que cría el Corto en sus corrales
para escapar de mí o de lo que sea.
Supongamos, mejor, que yo te invito
y te venís –o vienes, como quieras–, que
hay algo urgente por hacer y con
sentido: salvar a la muchacha, defender
a los indios o cualquier otra causa
siembre abierta. En eso estamos.
Un abrazo. Tu amigo
Juan
(1981)



miércoles, 10 de septiembre de 2014

Manos Kelly

Manos Kelly, de Antonio Hernández Palacios (1921-2000), es de por sí una muestra de que la oposición entre "cómic de género" vs. "cómic de autor" es espuria.



domingo, 7 de septiembre de 2014

Los gringos

El cine y el western (y el psicoanálisis, por cierto) nacieron de la mano con el siglo XX y lo cubren por completo, nouménica y fenoménicamente.

El siglo XXI parece que va por otros derroteros, lo cual confirma que cada centuria tiene su propia especificidad.


Uno de los grandes guionistas de tebeos de aventuras del siglo XX fue Jean-Michel Charlier (1924-1989). Hemos visto que Charlier creó junto con el dibujante Jean Giraud  dos series del oeste: Blueberry y Jim Cutlass. La primera de ellas, mucho más extensa y extendida, consiguió demostrar definitivamente que existe una poética del cómic tan sólida y sugerente como pueda ser la poética del cine, en esta ocasión circunscribiendo las artes al género western.

Charlier creó otra serie adscribible a este género, esta vez dibujada por un español afincado en Francia, el asturiano Víctor de la Fuente (1927-2010). Se trata de Los Gringos.


Una vez más, Charlier inició la serie, pero no la culminó. De los seis episodios que componen Los Gringos, solo escribió los dos primeros (Viva la Revolución y Viva Villa). Posteriormente, Guy Vidal se ocupó de guionizar los cuatro restantes (Viva Adelita, Viva México, Viva Blueberry y Viva Zapata). Del dibujo y la ilustración de la serie completa se encargó De la Fuente.

La mera enumeración de los títulos que conforman Los Gringos instala al lector en el marco en que se desenvuelven los hechos, la revolución mexicana -y sus principales protagonistas- durante el segundo decenio del pasado siglo. Los gringos no son otros que dos jóvenes estadounidenses ("del otro lado de Río Grande") que se ven involucrados a su pesar en los acontecimientos narrados. No obstante, los dos gringos solo son la ocasión para el despliegue visual (De la Fuente) y narrativo (Charlier y Vidal) que se ofrece al lector.

Lo que prevalece en Los Gringos es la acción, la aventura. El ritmo vertiginoso que Charlier imprimía a sus guiones arrastra la historia sin tregua o descanso para el lector. Guy Vidal estuvo a la altura, si bien se percibe un talento distinto en su escritura. En ambos casos, el entretenimiento aparece fuertemente asentado en la documentación y la fidelidad histórica, de modo que en más de un sentido Los Gringos viene a ser un fresco deleitoso de la Revolución mexicana. Esta circunstancia, unida a la importancia que en esta historieta adquieren la gasolina y el motor de explosión (avioneta, automóvil) y la ametralladora en detrimento del caballo y la pistola, mas -razón determinante- la ausencia de un héroe o antihéroe caracterizado como tal, lleva a poner en cuestión que Los Gringos sea ciertamente un western.

Eso es lo de menos, me parece. Los escenarios, los personajes, las acciones y sobre todo la épica implícita, convierten esta serie en un magnífico regalo para los degustadores del género del oeste.


jueves, 4 de septiembre de 2014

Jim Cutlass

El tándem Charlier-Giraud que tan bien funcionaba con las aventuras de Blueberry concibió otra serie de género western: Jim Cutlass. De esta serie, Charlier solo llegó a escribir la primera historieta, titulada Mississippi River.


Los planteamientos narrativos de Charlier y figurativos de Giraud son en Jim Cutlass similares a los de la serie Blueberry. El marco de la historia en este caso es el inmediato a la Guerra de Secesión o American Civil War (1861-1865). Las aventuras se suceden teniendo en cuenta que el protagonista principal, Jim Cutlass, es un pelirrojo excombatiente yankee vinculado por nacimiento y herencia a las tierras sudistas de Nueva Orleans.

En términos generales, y al igual que en Blueberry, en Jim Cutlass se evidencia en qué medida el género western está estrechamente vinculado al cine.


A propósito de esto, si tenemos en cuenta que Jim Cutlass vio la luz en 1980, no es aventurado imaginar que el zaragozano Calpurnio (Eduardo Pelegrín, n. 1959) encontró inspiración -para al menos el nombre de su personaje Cuttlas- en la serie iniciada por Charlier y Giraud, dado que el origen de la serie El bueno de Cuttlas de Calpurnio data de 1983.



miércoles, 3 de septiembre de 2014

Blueberry

De hecho, las aventuras del teniente Blueberry son una muestra de tebeo de alta calidad en formato 48CC, con todas las características propias de este tipo de álbumes: sus episodios constituyen una serie que es adscribible a un género (el del oeste), estaba dirigida en principio a un público adolescente y es a la vez enormemente popular.


Hay quien considera que Blueberry es algo así como el western más perfecto de los realizados en cómic. A ello contribuye sin duda la pericia del dibujo de Giraud, de un extremo detallismo de corte tan realista que fuera como si el polvo de los caminos, el sudor de los personajes y los relinchos de los caballos sacudieran la retina del lector.


Pero no cabe duda tampoco de que no es solo el dibujo de Jean Giraud lo que determina la calidad de Blueberry. Y es que las mejores aventuras de esta amplia serie son aquellas que fueron escritas por el belga Jean-Michel Charlier, es decir, las recogidas en los veintitrés álbumes publicados con la firma de ambos entre 1965 (Fort Navajo) y 1990 (Arizona Love).

La colaboración entre el guionista Charlier y el dibujante Giraud comenzó en 1963 mediante la publicación en la revista Pilote, bajo el sistema "Continuará", de las aventuras del Teniente de Caballería Mike S. Donovan, alias Blueberry.


Dicha colaboración terminó abruptamente con la muerte de Charlier en 1989.

04.09.2014

El guionista Charlier y el dibujante Giraud se compenetraron tan perfectamente en la elaboración de la serie de Blueberry como lo hicieron a su vez Goscinny y Uderzo en su serie de Astérix. Se trata de dos grandes éxitos internacionales del cómic europeo en el formato 48CC, cada uno en sus respectivos géneros.


El estilo narrativo (Charlier) y figurativo (Giraud) de las aventuras de Blueberry corresponde al momento de auge del llamado western revisionista o incluso western crepuscular, que no viene a ser otra cosa que un western con rostro humano. En esta nueva concepción, los héroes planos y sin fisuras dieron paso a los antihéroes. El maniqueísmo de buenos y malos ("el único indio es el indio muerto") se vio sucedido por un nuevo relativismo en el que no siempre las cosas son como parecen y donde las cualidades humanas están repartidas entre unos y otros indiscriminadamente. Los valores absolutos a la hora de explicar los móviles de las acciones de los personajes se diluyeron en nombre de realidades tangibles y determinantes de comportamientos diversos. Los estereotipos de cartón-piedra tradicionales fueron superados por una representación realista de ambientes, actores y situaciones. En definitiva, del mito inicial acerca del salvaje oeste se pasó a una nueva expresión artística que añadía la reflexión psicológica a la fidelidad histórica.

La historia del cine, que es inseparable de la historia del género del oeste, dio buenas muestras entre los años sesenta y setenta -tal vez un poco antes (John Ford)- de esta nueva concepción de un género que mostraba ya señales de acartonamiento. Películas como Pequeño Gran Hombre (1970) de Arthur Penn -por no extenderme demasiado-, sirven como ejemplo de lo que digo. En el medio cinematográfico hubo también, dentro de este movimiento revisionista del western tradicional, versiones caricaturescas del género, si bien aportaron también nuevos aires de renovación. La película de 1964 Por un puñado de dólares, del italiano Sergio Leone, es una buena muestra de esta variante renovadora del género del oeste.

Todos estos aires se encuentran presentes en la serie de Blueberry. El realismo figurativo de Giraud se vio complementado con un tremendo trabajo de documentación y de fidelidad histórica por parte de Charlier. Los marcos de la Guerra Civil o de Secesión estadounidense, de la Guerra del Indio y hasta de la Revolución mexicana aportaron escenarios y tramas para los sucesivos arcos narrativos que conforman las aventuras de Blueberry creadas por Charlier y Giraud.

Todo ello se dio, sin embargo, sin dejar de lado el factor de entretenimiento que es seguramente consustancial a los cómics desde su nacimiento.