Salud y tebeos

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Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

jueves, 5 de noviembre de 2015

Billie Holiday. La música de Muñoz y Sampayo

Es un placer comentar la reedición, lujosa por cierto, de Billie Holiday con motivo de la conmemoración del centenario del nacimiento de Lady Day (1915-1959).


En 1991 la editorial Casterman lanzó la primera edición en francés de este ya cuasi mítico álbum dibujado por José Muñoz y guionizado por Carlos Sampayo. Este año, 2015, la misma casa lo ha reeditado y acaba de salir ahora a cargo de la editorial Salamandra la versión española de ese álbum conmemorativo de Casterman. Billie Holiday está prologado por Francis Marmande y contiene como apéndice una propina de mérito: doce planchas reunidas bajo el rótulo 'Jazzsessions'. Una celebración en toda regla.

La dupla Muñoz & Sampayo se encuentra en el grupo de los imprescindibles del canon del cómic. Por su condición de argentinos, al pensar en ellos surge casi inevitablemente el otro gran tándem argentino de la historia del tebeo adulto: el formado por H. G. Oesterheld y Alberto Breccia (Álvaro Pons comentaba hace diez años [auí] este hecho). Si Muñoz y Sampayo solo hubieran realizado Alack Sinner, ello bastaría para considerarlos en el panteón de los historietistas ilustres. Pero hicieron otros trabajos juntos de no menor calidad.

La estética (y la ética) de Muñoz y Sampayo da mucho juego hermenéutico. Yo destacaría la estrecha relación que guardan sus obras con la música. Con los sonidos del jazz y del blues. Con los sonidos del tango. Con los sonidos también del silencio. Con los sonidos del desamparo y de la soledad. Con la música, en fin, que desprenden sus páginas debido al predominio en ellas de la sinestesia.

El jazz, en primer lugar, es la primera referencia musical que se asocia a los nombres de Muñoz y Sampayo. También separadamente. Carlos Sampayo es escritor y crítico de jazz. Y José Muñoz ilustró en 2009 la novela corta -o el relato largo- El perseguidor, de Julio Cortázar. Hablamos de una música que alcanza un valor existencial, sustantivo, en la vida y en las obras de Muñoz y Sampayo.


El carácter sintético (más que analítico) del estilo de Muñoz y Sampayo en el cómic sobre Billie Holiday no permite afirmar que esta obra sea exactamente una biografía. Aunque, a la vez, no deja de serlo. La concisión significativa de los textos de Sampayo y de las imágenes de Muñoz encuadran la vida de Eleonora Holiday -bautizada como Lady Day por Lester Young- y su desenlace final con una densidad descriptiva inusitada. Los datos que aportan los dos autores son más que suficientes para vislumbrar una vida completa.

La técnica narrativa de Billie Holiday (la mirada retrospectiva, la investigación biográfica) recuerda a la empleada después por los mismos autores en Carlos Gardel. La voz del Río de la Plata. Sin embargo, lo que en este último cómic es luz y predominio del blanco, en Billie Holiday es negritud y sombra. (No sé si viene a cuento, pero sorprende el rastro de Muñoz y Sampayo en Sombras, de El Cubri.) Viene a ser la diferencia que hay entre el tango y el jazz-blues. En ambos casos, como en Alack Sinner, suena la música entre las viñetas.


Al final lo que se queda en la retina del lector es una voz, la de esa también extraña fruta que fue Billie Holiday. Una voz que sobrevive a su vida maltrecha.

Muy bueno el cameo de Alack Sinner, a propósito, en Billie Holiday.




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