Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

sábado, 27 de febrero de 2016

Eikasía - Comicología. De Platón a Varillas

Suena raro, pero para Platón la verdadera ciencia debe ocuparse de objetos que son invisibles, inaccesibles a los sentidos. Las esencias y tal. Y los entes matemáticos. (Hasta el zorro de Le Petit Prince lo mantiene: "L'essentiel est invisible pour les yeux".) Nada que objetar, si no fuera por la impronta de desprecio del mundo sensible asociada a este planteamiento y por el casi nulo progreso científico que comportó.

Platón concibió la realidad según una jerarquía constituida por cuatro grados que van desde lo inteligible, lo universal y lo más real ... hasta los reflejos particulares, las imágenes y sombras de lo sensible, ya cuasi irreal. En contrapartida, el filósofo ateniense propuso cuatro grados de saber correspondientes a cada uno de los cuatro niveles de realidad. Al estadio más ínfimo lo denominó Eikasía.

La Eikasía de Platón no es ciencia. Es mera opinión en su grado más bajo. Lo suyo son las conjeturas. Tiene por objeto las imágenes, reflejos, sombras... Justamente la materia de las artes representativas.

Qué diría Platón de las ciencias audiovisuales.

En la epistemología platónica, una ciencia de las imágenes sería poco menos que un oxímoron. Para el filósofo griego, las representaciones artísticas se hallan tan lejos de la realidad que vienen a ser solo copias de copias. Cómo puede haber ciencia, pensaría, de lo inconsistente y apenas iluminado por la verdad.

Esta es una de las razones por las cuales Platón no dejó sitio en Calípolis, su ciudad ideal, para los poetas y artistas.

Remedios Varo: Tránsito en espiral (1962)

Hubo de producirse una revolución científica seguida de una revolución industrial, junto a otras condiciones demográficas y sociales, para que el arte ingresara en la era de la reproductibilidad técnica. Con ello se dieron nuevas formas de fruición a la vez que se abrían nuevas perspectivas en la consideración de las producciones artísticas. 

En el plano filosófico, la inversión del platonismo fue llevada a cabo por Nietzsche, para quien la realidad solamente es accesible mediante metáforas y simulacros. (Aunque bien mirado, para Nietzsche lo real es al cabo inaccesible desde el momento en que, por definición, las metáforas afirman que A es B, cuando lo cierto es que A no es B.) Nos expresamos mediante signos, pero estos son de naturaleza metafórica. La misma ciencia no es más que una sucesión de metáforas...

Entre unas cosas y otras, el caso es que hoy en día hay ciencias como la iconología, la semiología, la musicología, la narratología, etcétera, que se ocupan precisamente de aquellos objetos que Platón declaró inasequibles al conocimiento y susceptibles tan solo de Eikasía (Imaginación, Conjetura). Son las nuevas ciencias de la imagen, de los sonidos, de las artes narrativas. Se basan en la observación, el análisis, la formulación de hipótesis, la interpretación, la comprensión. En ese sentido son ciencias.

Hay también en este campo arado y sembrado de la antigua Eikasía una Comicología. Un saber de los cómics no solo empírico, sino ordenado según estructuras de análisis y comprensión provenientes de las ciencias hermenéuticas. 


La arquitectura de las viñetas (2009), de Rubén Varillas, es un tratado que ordena e ilustra esa nueva mirada científica centrada en los cómics. 

Lo comentaremos en otra(s) entrada(s). 

sábado, 20 de febrero de 2016

Paseo de los canadienses. La Desbandá

La biografía es para la vida individual lo que la Historia lo es para la colectiva. En ambos casos, la memoria es indispensable.

La memoria establece vínculos entre los fragmentos de la experiencia, unifica la dispersión, pacifica rupturas o antagonismos, reconcilia los ánimos, da sentido a la vida de los sujetos.

La memoria cauteriza, reconstituye mediante catarsis, restablece la integridad. Cohesiona. Es una terapia.

Revivir el dolor conociendo sus circunstancias, sus causas, es un paso previo para superarlo. Para reponer la autenticidad.


Paseo de los canadienses (2015) recoge una experiencia traumática. Colectiva. Sepultada en ese silencio y olvido impuestos sobre la Guerra del 36-39 con la excusa de no reabrir la caja de los truenos. Una mala excusa, por cierto, que impide la imprescindible catarsis y la auténtica superación, pues de nada sirven las reconciliaciones falsarias o huecas.

Carlos Guijarro (n. 1955) es un historiador y documentalista que, tras quedarse en paro, dedicó dos años a realizar un cómic que él mismo califica como "historia (más que novela) gráfica". Saca a la luz lo que en Andalucía y particularmente en Málaga se conoce como la Desbandá, un trágico episodio sin precedentes ocurrido en febrero de 1937, una salvajada fascista cuyo conocimiento encoge el ánimo y no diré que desborda o rebasa, pero sí que está al nivel de otros acontecimientos atroces como el de Gernika. Un auténtico horror silenciado y sepultado. No cuento más. Nos dirán que las salvajadas se cometieron en los dos bandos. Pero no hay simetría.

Es con todo el tercer bando -el de la gente normal- el que más padeció aquella guerra. Me refiero al bando de los perdedores de todas las guerras. Los que son reclutados bajo engaño o son cuantificados como 'daños colaterales'. Los que a fin de cuentas preferirían no tener nada que ver con historias bélicas. Los de la mayoría. Al representar el dolor de ese tercer bando en Paseo de los canadienses, Guijarro conecta con Tardi (La guerra de las trincheras, p. e.) y con Nakazawa (Pies descalzos).

Por otra parte, este cómic ofrece información acerca de siniestros personajes de la historia como "el carnicerito de Málaga", "el Mengele español", "el coronel impasible" y "el general de Radio Sevilla". Por el lado opuesto, también el autor da cuenta de Norman Bethune y de sus ayudantes. Y de por qué hay en Málaga un paseo llamado "de los canadienses".


Interpretar Paseo de los canadienses en clave de cómic de género (género bélico, modalidad o subgénero Guerra Civil española) mutila, me parece, su valor. Y está cerca de desvirtuar su sentido. No estamos ante un mero tebeo de guerra ni ante un nuevo episodio de Hazañas Bélicas, aunque tampoco pasaría nada si así fuera el caso. El significado de la Desbandá trasciende el espacio de la representación y refiere sucesos transpersonales, familiares, reales.

Paseo de los canadienses es un relato gráfico en el que Carlos Guijarro sabe aunar una historia (lo que se cuenta) y un discurso (el cómo se cuenta) de un modo efectivo. Su alcance no se limita a lo representado por las viñetas, si bien esto no es poco. Apela a la reconstitución de la integridad mediante el ejercicio de la memoria, la interpretación de lo recuperado y su instauración catártica en la vía de la normalidad. 


jueves, 11 de febrero de 2016

La liberación de los géneros. Enjambre

(El desaguisado de la 43ª edición del FIBD de Angulema respecto a la ausencia de mujeres en la lista original de treinta autores nominados para el Gran Premio es el síntoma reciente de una desconsideración general instalada también en el mundo del cómic.)

Lo de la liberación de los géneros se puede entender de dos formas: en sentido filosófico (teórico-práctico) y en sentido artístico (poético-productivo). Ambas formas encuentran en el cómic contemporáneo un ámbito de aplicación. Y lo hacen de manera convergente, siendo esta convergencia una de las marcas distintivas de la nueva narrativa gráfica. Además, en la plasmación en cómic de estos dos sentidos de la liberación de los géneros es determinante el papel desempeñado por historietistas que son mujeres.

1.- Como propuesta filosófica, 'la liberación de los géneros' apela a la realización de sujetos emancipados, libres de coerciones como son las identitarias de género: masculino, femenino et al (hetero-, homo-, bi-, trans-, inter-, ...) cuando son utilizadas como medio o bien son impuestas. Sujetos emancipados serían entonces aquellos que se liberasen de estas imposiciones identitarias. Es la liberación de la mujer, por ejemplo, entendida como un liberarse del "ser mujer" ("ser femenina") establecido como predicado esencial o como impostura.

En el cómic actual, las historietas y novelas gráficas de Alison Bechdel pueden ser leídas en clave de este sentido de la liberación de los géneros. La perspectiva qeer (o queer) que al final muestra la serie de Bechdel Unas bollos de cuidado ilustra esa actitud. Si fuere preciso, habría un único género humano carente de connotaciones esencialistas. Un género, por así llamarlo, cuya condición de posibilidad pasaría por el reconocimiento de las singularidades efectivas en términos inclusivos de humanidad compartida. Pero en cualquier caso, lo que anda y late por ahí no son los géneros. 

También el cómic colectivo Todas putas. Los cuentos gráficos apunta a esa liberación. En este caso hay quince autoras que ilustran quince relatos homónimos de Hernán Migoya. Es interesante señalar que son quince mujeres a favor de un libro, Todas putas, descalificado en su momento por la colonia de los biempensantes en nombre del respeto a "la mujer". No se dieron cuenta, acaso, de que en el libro de Migoya -y por ende en los cuentos gráficos de sus ilustradoras- se muestra de plano el rechazo del concepto "ser mujer" en cuanto cosificado, alienante y objeto de manipulación e intercambio.


2.- 'La liberación de los géneros' aplicada a las artes, especialmente a las narrativas, se refiere a otra cosa. Tiene que ver con una superación de la dicotomía entre "literatura" y "literatura de género", esto es, con la posibilidad de realizar productos no necesariamente adscritos a un género determinado (policíaco, bélico, western, fantasía heroica, ciencia ficción, misterio).

En cuanto al cómic, esta liberación del corsé de los géneros alude a lo que en Francia se caracterizó  a finales de los setenta pasados como "la irrupción salvaje del cómic en la literatura" (Mougin) y en EE UU como "graphic novel", incluidos el costumbrismo y la autoexpresión.

No se me escapa que esa separación entre cómic literario y cómic de género es muy problemática. Tanto como pueda serlo la distinción entre película de género y película de cine. Tales distingos suenan artificiosos. Es mejor asumir que puede haber literatura y cómic (y cine) tanto en los géneros como más allá de ellos.


Enjambre (2014) es una antología, catálogo o álbum colectivo de autoras de cómic. Contiene dieciocho historietas -algunas en colaboración- más un prólogo de Ana Miralles y un epílogo de Marika Vila. Veinticuatro mujeres en total participan en este volumen. De las veinticuatro, cinco de ellas colaboraron también en Todas putas. Los cuentos gráficos. Se trata de Ana Galvañ. Carla Berrocal, María Herreros, Mamen Moreu y Elisa McCausland, esta última como escritora del epílogo de la ilustración colectiva de Todas putas y autora del texto de uno de los relatos de Enjambre. La presencia en ambos títulos de estas cinco autoras refuerza la tesis que afirma la convergencia de los dos sentidos de 'la liberación de los géneros'. 

Por otro lado, Enjambre recuerda a Panorama, la otra antología de cómic español reciente con características similares. La diferencia estriba en que Panorama recoge una muestra de veintiocho autores de los cuales solamente dos son mujeres: Clara-Tanit Arqué y Mireia Pérez. Y una de estas dos, Clara-Tanit Arqué, repite por cierto en Enjambre. (De la historieta a cuatro manos realizada por Mireia Pérez y Max incluida en Supercómic hablaremos en otra ocasión.) En lo que más coinciden Panorama y Enjambre es en lo que el subtítulo del primero indica: La novela gráfica española hoy. Es una constatación: la llamada novela gráfica se presenta como una liberación de las ataduras de los géneros.

En el prólogo de Enjambre, titulado "Zumbido", Ana Miralles (historietista decana) muestra algo así como una esperanza desesperanzada en que algún día se deje de adscribir a las autoras de tebeo bajo el rótulo "cómic femenino". Y remarca la validez de las artistas para acometer cualquier género. Destacaré este párrafo de Miralles:
"No hay que desestimar el poder del cómic para impulsar el conocimiento. El dibujo es un lenguaje universal lleno de matices que también nos habla elocuentemente de la personalidad del dibujante. El lector establece un diálogo con el autor, que nos ofrece lo mejor que sabe hacer. A un dibujo se le ve palpitar, deseando contar y colonizar, como un enjambre."
Está claro que el cómic es un medio con finalidades diversas. Sirve para entretener, desde luego. Pero también de un modo u otro ilustra cuando va más allá de lo representado. Y lo hace más por la vía del mostrar que por la del decir, ya que su modo específico es ese, el de la representación.

Enjambre es un libro que ilustra sobre la liberación de los géneros. En uno y otro sentido.


sábado, 6 de febrero de 2016

El puerto prohibido. Sin entintar


El puerto prohibido -guion de Teresa Radice (n. 1975) y dibujos de Stefano Turconi (n. 1974)- obtuvo el Premio Gran Guinigi a la Mejor Novela Gráfica en la última edición (2015) de Lucca Comics & Games. El libro contiene más de trescientas páginas de narración secuencial que confirman la normalidad que ha adquirido cierta novela gráfica digamos que familiar, apta para un amplio espectro de fruidores.

Radice y Turconi son un tándem creativo bregado en Topolino, la revista italiana de cómics de Walt Disney (Topolino es el nombre que adopta en Italia Mickey Mouse). Supongo que si no imprime carácter, al menos deja huella artística el hecho de formarse primero y después trabajar en el entorno de Disney. 


Cuando empecé a leer El puerto prohibido eché en falta el entintado de las viñetas. Pensé que esta va a ser una característica de los tebeos de este siglo: la incorporación del ordenador a los procesos productivos supone la eliminación de algunas fases en esos procesos. Y el entintado es una de ellas. El signo de los tiempos. Abaratamiento de costes. Reducción de mano de obra. Progreso tecnológico. Simplificación. (?)

Según me adentraba en El puerto prohibido (fijándome en el detallismo de los lápices de Turconi, en la variedad de sus encuadres, en el movimiento de la narración de Radice) me pareció estar inmerso en una de aquellas películas de navíos, capitanes y grumetes que, más que en blanco y negro, proyectan una portentosa gama de grises que iluminan la pantalla entre jarcias, mareas, velas y vientos. Con este enfoque, la novela salió ganando. La isla del tesoro se iba manifestando en su plenitud.

En la trama de El puerto prohibido se imbrican varias referencias literarias. Unas corresponden al primer romanticismo inglés: Blake, Coleridge, Wordsworth... (es curiosa la sintonía entre la época en que vivieron estos escritores y aquella en que transcurren los hechos narrados en la novela). Otras representan citas bíblicas. Otras, en fin, son letras de canciones de marineros -borrachos o no- tipo Drunken Sailor. Tales referencias pretenden sustanciar el relato de un modo que a mí se me antoja innecesario (creo que la literatura dibujada no exige una exposición manifiesta o enfática de textos para ser sustanciada). No obstante, el peso de las citas no llega a lastrar la lectura de la novela, debido a la agilidad narrativa, a los giros de las situaciones y, especialmente, a la calidad visual de las ilustraciones de Turconi.

Yo no sé si El puerto prohibido acabará siendo llevado al cine, aunque sospecho que sí. Es una obra gráfica que, despojada de su énfasis literario, tiene algo de storyboard. La misma concepción del producto invita a pensar en su plasmación cinematográfica. Es un poco como esas novelas que parecen escritas pensando ya en su destino en la pantalla. Películas avant la lettre. Cine de palomitas. 

No es irrelevante la supresión del entintado en un cómic del estilo del que comentamos. A mí me parece crucial. Siempre se podrá decir que la tinta corresponde a un periodo histórico acabado. Y qué. Por mucho que los tiempos estén cambiando, un tebeo como este en papel pierde fuelle sin ese peculiar olor y pregnancia visual que le aporta la tinta. ¿Se imagina alguien una obra de Hugo Pratt impresa a los lápices nada más?

La ausencia de tinta le da a El puerto prohibido, a sus viñetas, un aire como fantasmal que concuerda con la historia narrada y con su ambientación. Seguramente es esa ausencia la que nos lleva a apreciar esta obra, bien que valiosa, más como una novela gráfica pre-cine que como un cómic de fuste.